Aunque hayan pasado 20 años desde su estreno Milagros Inesperados es una película que llega al corazón y deja huella en cualquiera que la vea.
En este clásico, Tom Hanks interpreta a Paul Edgecomb, un funcionario de prisiones que trabajó en el corredor de la muerte del Centro Penitenciario de Cold Mountain en los años 30. Su principal tarea era supervisar el trabajo de dos oficiales. Durante su tiempo en la prisión, Paul se encuentra con John Coffey (Michael Clarke Duncan), un imponente hombre negro acusado de violar y asesinar a dos niñas pequeñas. A medida que avanza la película, Paul queda horrorizado al presenciar las crueles y sádicas acciones de uno de los oficiales, así como las de un nuevo preso problemático. Sin embargo, pronto descubre que Coffey posee un don de curación y que ha utilizado este poder para hacer el bien, incluso al intentar devolverle la vida a las niñas.
La película muestra secuencias intensas que resaltan la terrible realidad de la pena de muerte, pero también contiene momentos esperanzadores y emotivos. A pesar de su final, que a primera vista puede parecer alejado de la felicidad, la película tiene un significado profundo que podría provocar una sonrisa en el espectador con el tiempo. El final de la película revela que Coffey es inocente de los asesinatos de las niñas, pero, aún así, es ejecutado en la silla eléctrica, lo cual es devastador tanto para Paul como para el resto de los personajes y los espectadores.
A pesar de su cruel destino, Coffey acepta su situación y rechaza la oferta de Paul de liberarlo. Para él, morir es un acto de misericordia, ya que está atormentado por el mal presente en el mundo. Su última petición es ver una película, y después de que se le concede su deseo, es ejecutado mientras el público aún cree que es culpable. Sin embargo, la última vez que vemos la cara del preso, está sonriendo.
La película da a entender que Coffey ha transferido su energía sobrenatural a Edgecomb, a quien reconoce como una persona bondadosa, así que le tranquiliza tener la certeza de que vivirá muchos años gracias a ello. Además esa última sonrisa parece consolar a Paul y a los espectadores, lo que puede generar una sensación de calma y esperanza a pesar del triste desenlace. En definitiva, el final de Milagros inesperados dolerá un poco menos cuando recordemos este detalle.