La historia del uso de aceites esenciales y sus aromas para mejorar la salud y el bienestar se remonta a miles de años. Al igual que hoy, los pacientes inhalaban o aplicaban tópicamente estos aceites, que generalmente se extraían de las plantas, desde las hojas hasta las flores, las raíces y la corteza.
Pero no fue hasta la década de 1930 que se consideró que esta forma de terapia tenía un verdadero potencial en la atención médica convencional. Fue entonces cuando René Maurice Gattefossé, un químico francés que acuñó la palabra aromaterapia, escribió extensamente sobre las propiedades de los aceites esenciales.
Hoy en día, dependiendo de con quién hable, la aromaterapia comprende cualquier cosa, desde olores agradables asociados con la higiene personal y productos de limpieza hasta una terapia seria practicada por aromaterapeutas.
Como enfermera y educadora durante más de 30 años, he enseñado a estudiantes de enfermería todo, desde cuidados intensivos hasta apoyo al final de la vida. Desde que me convertí en aromaterapeuta en 2016, he tratado de determinar cómo esta práctica podría encajar en la comunidad de atención médica y cómo los hospitales y clínicas podrían usar la aromaterapia como apoyo adjunto para diferentes tipos de dolencias.
La aromaterapia no está aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos para el tratamiento de ninguna afección médica. Esta es una de las razones por las que muchos médicos son reacios a utilizar la aromaterapia en su práctica. También dicen que no hay evidencia suficiente para demostrar que funciona, ni la mayoría tiene ningún entrenamiento en aromaterapia.
Por el contrario, la aceptación pública de la aromaterapia nunca ha sido mayor. Pero esto no siempre es algo bueno. Aunque la información sobre aromaterapia abunda en Internet, muchas de las afirmaciones se basan en la experiencia personal. Esto no es evidencia científica.
Sin embargo, millones de estadounidenses se suscriben a costosas estrategias de marketing multinivel que parecen sugerir que cualquier cosa y todo es tratable con aceites esenciales. Pero como con cualquier sustancia, existen riesgos y beneficios al usarlos y, a veces, la información que se encuentra en línea no menciona esos riesgos.
Los estudios no son convincentes
Estos son solo algunos de los problemas: Exactamente qué aceite esencial se usó a menudo no se menciona en estos estudios. La cantidad de aceite esencial que se utilizó, y por cuánto tiempo, no siempre se describe con precisión. Las calificaciones del practicante faltan con frecuencia. Los participantes del estudio pueden tener un sentido del olfato deficiente o una aversión personal a ciertos olores, lo que podría sesgar los resultados. Los estudios no siempre proporcionan explicaciones claras sobre cómo controlan el sesgo. Algunos tienen pocos participantes, y muchos se hacen solo en animales.