Pero esto deja espacio para una variación sustancial. La verdadera respuesta es: cuando sientas la necesidad.
De hecho, posponer habitualmente las ganas de evacuar y ralentizar el "tiempo de tránsito" intestinal puede estar asociado con un mayor riesgo de problemas como cáncer de intestino, diverticulosis (pequeñas bolsas del revestimiento del intestino que sobresalen a través de la pared intestinal), hemorroides y fisuras anales y prolapso.
Es por eso que la regla de oro de la gastroenterología es prestar siempre atención a la "llamada a defecar" cuando se presenta la urgencia.
El estímulo de la comida
A principios del siglo XX, los fisiólogos determinaron que ingerir alimentos era un poderoso estímulo para abrir los intestinos y se refirieron a esto como el reflejo gastrocólico.
Suele ser más potente después de un ayuno y, por lo tanto, después del desayuno.
Los bebés generalmente vacían sus intestinos cuando se presenta la necesidad. Sin embargo, tan pronto como podemos tomar decisiones por nosotros mismos, alrededor de la misma edad en que comenzamos a caminar, aprendemos a suprimir esta urgencia.
Aprender a controlar los intestinos es un paso importante en el desarrollo, pero algunos de nosotros lo llevamos demasiado lejos; descubrimos que a veces podemos hacer que este impulso desaparezca temporalmente si lo ignoramos por un tiempo, porque ahora no parece un momento conveniente.
Pero la supresión habitual de este impulso puede estar asociada con síntomas que incluyen:
- estreñimiento
- dolor abdominal
- hábitos intestinales variables e impredecibles
- hinchazón
- gases
- tránsito más lento de la materia a través de nuestros intestinos.