La ideación suicida se refiere a los pensamientos o la preocupación por suicidarse, mientras que los intentos de suicidio implican actos reales de autolesión con la intención de morir.
La tendencia suicida abarca tanto la ideación suicida como los intentos de suicidio y es un fuerte predictor de muertes por suicidio de jóvenes y merece atención.
Es más frecuente entre los adolescentes que entre los adultos, y varios estudios han revelado tendencias crecientes en las tendencias suicidas de los adolescentes en las últimas décadas.
En la Encuesta Nacional de Comorbilidad de EE. UU., el 12,1 % de los adolescentes informaron pensamientos graves de suicidio, y aproximadamente un tercio de los que tenían ideas suicidas intentaron suicidarse antes de llegar a la edad adulta.
Las tasas de visitas al departamento de emergencias (ED) por autolesiones intencionales en 2020 fueron más altas entre los adolescentes de 15 a 19 años en comparación con los grupos de mayor edad (472 frente a 133 por 100 000), y las tasas de ideación suicida o intentos de suicidio en los EE. UU. casi se duplicó entre 2008 y 2015.
Los patrones estacionales de tendencias suicidas deberían interesar a los médicos y a los funcionarios de salud pública de los EE. UU., ya que los esfuerzos de intervención pueden beneficiarse si se enfocan en los períodos de mayor riesgo.
Hay varias hipótesis centradas en variables exógenas asociadas con patrones estacionales de suicidio, incluidos cambios de temperatura, ritmos circadianos, exposición a la luz solar, latitud geográfica e interacciones con el género, el uso de sustancias y el estado de salud mental. Sin embargo, estas hipótesis no se han centrado en las diferencias únicas entre los grupos de edad a pesar de la evidencia de que la adolescencia representa un período de desarrollo de mayor riesgo de suicidio.
Cierta literatura sugiere que los picos y nadires en la tendencia suicida de los adolescentes pueden estar asociados con el calendario escolar cerca del comienzo y el final del año escolar, con las correspondientes disminuciones durante los meses de verano cuando la escuela está fuera de sesión. Estos estudios sugieren que los niños y adolescentes pueden enfrentar un mayor estrés y una menor salud mental cuando la escuela está en sesión.
Algunos factores de riesgo conocidos, como el acoso escolar y la presión de los compañeros sobre el abuso de alcohol y drogas, puede estar asociado con los patrones estacionales observados en las tendencias suicidas durante el año escolar. La experiencia en la escuela genera factores estresantes sociales, académicos y extracurriculares, así como hábitos de sueño más deficientes, cada uno de los cuales puede tener resultados perjudiciales para la salud mental y el bienestar de los niños y adolescentes.