El teólogo del siglo XVI Martín Lutero vivía atormentado por los impulsos de maldecir a Dios y a Jesús, y cuando rezaba, estaba obsesionado con las imágenes del "trasero del diablo".
San Ignacio, el jesuita portugués del mismo siglo, no podía pisar dos pedazos de paja si formaban una cruz porque sería una falta de respeto a Cristo.
Sufrían de escrupulosidad, una forma de trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que, aunque ha sido documentada por siglos, sigue siendo poco conocida.
Quienes la sufren viven atormentados pensando que constantemente violan sus creencias religiosas, éticas o morales, desde obsesionarse con que no están rezando bien hasta castigarse por ser malas personas por no haber reciclado una hoja de papel.
Desafortunadamente, ese tipo de pensamientos intrusivos pueden inundar las mentes de los niños, abrumándolos con sentimientos de culpa, confusión e inseguridad, sin que los adultos se enteren pues, convencidos de que son perversos sin remedio, no se atreven a hablar.
Los registros históricos de los síntomas de la escrupulosidad se pueden rastrear desde los siglos XIV y XVI.
En ese entonces a menudo se discutía en un contexto religioso, pues la religión desempeñaba un papel importante en la vida cotidiana. La gente estaba acostumbrada a compartir sus dolencias físicas y mentales con sus figuras religiosas locales.
"Los clérigos de la época fueron los que descubrieron la escrupulosidad —y el TOC—, cuando los feligreses acudían constantemente a donde los sacerdotes o rabinos a preguntarles si estaban haciendo bien las cosas o a confesarse u oraban incesantemente, pero con un sentimiento de ansiedad", la psicóloga Patricia Thornton.
"Eso los llevó a pensar: 'Algo está mal, esto no es lo que Dios pretende que sientas o pienses'".
Para Lutero era "el diablo quien mete esas ideas en la cabeza de la gente y dice: '…Tienes que creer mejor. Debes creer más. Tu fe no es muy fuerte y es insuficiente". De esa manera los desespera".
En el siglo XVII, Richard Baxter, un clérigo británico, quien era considerado una fuente de ayuda para aquellos que experimentaban escrupulosidad o melancolía —otro término para describir la obsesión—, escribió en detalle sobre esta condición.
"Algunas personas melancólicas y concienzudas se acusan a sí mismas, por mera escrupulosidad; cuestionando casi todo lo que comen, beben, visten o hacen, (cuestionándose) si no es demasiada cantidad o demasiado agradable"