Los músculos de nuestras piernas y nuestros brazos e incluso de nuestra cara -llamados músculos esqueléticos- nos permiten correr, saltar y levantar porque a nivel subcelular, estos diminutos filamentos de proteínas se deslizan entre sí colectivamente haciendo que todo el músculo se contraiga o alargue.
Y si nos esforzamos más de lo acostumbrado, hacemos un poco de daño.
Es por eso que un par de días después no podemos bajar las escaleras sin hacer muecas de dolor. Ese dolor son nuestras células reparando el daño. Y al hacerlo, los músculos se fortalecen.
1. Siempre latiendo
El corazón es la primera estructura que se forma en el útero.
"Al principio es básicamente un tubo", le dice a la BBC el cardiólogo Rohin Francis.
"Ese tubo, a través de una especie de proceso de plegamiento de origami realmente sorprendente, eventualmente se convierte en el corazón maduro".
2. Superenergético
"En comparación con las de los músculos esqueléticos, las células cardíacas son mucho más eficientes", explica Francis.
"Tienen un suministro más denso de mitocondrias, por lo que son células extremadamente energéticas".
Las mitocondrias son como la central eléctrica de la célula.
"Crean ATP que usamos para alimentar todo nuestro metabolismo celular".
El trifosfato de adenosina (ATP) es un compuesto orgánico e hidrotropo que se encuentra en todas las formas de vida conocidas. Proporciona energía para impulsar muchos procesos en las células vivas.
3. Pocos nervios
"Cuando se habla de la sensación de dolor en la piel o los músculos, es muy importante poder localizar exactamente de dónde proviene el dolor, así que tienes una gran densidad de nervios sensoriales que irrigan esas partes del cuerpo para que puedas identificar exactamente dónde está el problema", explica el cardiólogo.
Si se trata de tus órganos internos, agrega, aunque es importante que los órganos puedan avisarle al cerebro que algo anda mal, la información no es tan precisa.
"La densidad de los nervios sensoriales es mucho menor".