El multicriticado jugador reconoce que sus lágrimas fueron de dicha, por todo lo vivido
Nadie derramó más lágrimas que él en cuanto se oficializó el título de la Selección Mexicana en la Copa Oro. Fue el desahogo a días en los que se supo el blanco favorito de las críticas por parte de la afición, pero Uriel Antuna resistió y al final halló la recompensa anhelada.
Eso explica la alegría que le genera saber que cumplió, más allá de que no es el favorito de la gente.
“Fueron lágrimas de felicidad, de todo... Estoy muy agradecido con Dios, con la vida, con mi esposa, mi familia, porque estuvieron apoyándome en los momentos más duros”, comparte el habilidoso atacante del Cruz Azul.
Aunque los seleccionados nacionales intentaron concentrarse en el evento de la Concacaf, les resultó imposible no encontrarse en redes sociales con las críticas hacia su trabajo. Ninguno como Antuna.
“Son momentos complicados, por los que todo futbolista ha pasado, pero siempre voy a dar el máximo de mí, estaré muy agradecido con la Selección, me toque o no estar en la cancha”, sentencia. “Soy un aficionado más de la Selección y estaba en la banca apoyando [durante los últimos minutos de la final contra Panamá], porque lo que quiero es que gane México”.
Es por eso que no lo toma personal, más allá de que le genera un enorme placer ser parte del Tricolor que recuperó la hegemonía en la Concacaf, más allá de todas las adversidades presentadas. “No sé si sea revancha, porque el trabajo día a día está, siempre hago mi mayor esfuerzo y apoyo a mis compañeros, esté quien esté en el campo”, insiste. “Hubo compañerismo de todos”.