Cómo la pasión por la ciencia ayuda a un joven a enfrentar un diagnóstico devastador de cáncer

A sus 30 años, comprender las implicaciones de lo encontrado en su cuerpo le tomó tiempo. Era cáncer.

Ama los números y, por eso, hay un momento de una de tantas citas médicas, que recuerda como “muy potente”.

“Cuando le pregunto al doctor por la tasa de supervivencia, me dice: ‘1 de cada 20 pacientes sobrevive’. Yo quería escuchar el porcentaje, solo tenía que multiplicar por cinco, pero es que no terminaba de procesarlo”.

Volvió a preguntar y recibió la misma respuesta.

“La segunda vez lo entendí. Ese número me dejó como en un vacío, esa fue la parte más choqueante de todo, que las probabilidades de morir son muy altas”.

Pero no se desanimó. “Traté de seguir adelante con mi vida sin pensar demasiado en ese número”.

Meses después, decidió escribir sobre su experiencia en Science, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, en el artículo Ph.D. interrupted: Dealing with a life-threatening diagnosis (Ph.D. interrumpido: lidiando con un diagnóstico de riesgo de muerte).

“En parte, quería compartir el optimismo con el que trato de afrontar la enfermedad”, dice con una sonrisa desde Chile.

“Algo que desde cierto punto de vista puede ser superdevastador, para mí ha sido una oportunidad de reencontrarme con cosas que realmente me gusta hacer”.

“Lo que más disfruto ahora es hacer ciencia, es como volver a ser el niño científico que tanto soñé”, cuenta.

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