Cómo estamos 'programados' para persistir y por qué a veces es mucho más beneficioso rendirse

El 3 de junio de 1995, el estadounidense Jeffrey Z. Rubin, experto en resolución de conflictos, murió mientras intentaba escalar una montaña en Maine, Estados Unidos. Tenía 54 años.

La montaña, en Baxter State Park, en el norte del estado, forma parte de un circuito de 100 picos muy popular entre los montañeros, cuya meta es escalarlos todos.

Amante de este deporte y bastante experimentado, Rubin estuvo cerca de lograrlo: ya había escalado los otros 99 picos.

La última persona en verlo con vida fue un estudiante con el que estaba escalando.

Mientras subían, descendió una niebla muy espesa y la visibilidad se redujo prácticamente a cero. El alumno le dijo que era mejor no seguir pues era peligroso pero Rubin decidió continuar solo. Su cuerpo fue hallado dos días después.

La gran ironía es que esta historia ilustra una teoría que el propio Rubin fue pionero en desarrollar: la del entrapment o aprisionamiento, en traducción libre.

Según ella, somos propensos a quedar atrapados en situaciones o proyectos aun cuando haya claros indicios de que seguir insistiendo no nos beneficiará.

Y no se trata solamente de montañas cubiertas de niebla, sino también de trabajos o relaciones tóxicas, y hasta grandes guerras imposibles de ganar.

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