Los defensores de los inmigrantes expresaron su preocupación por los riesgos de ahogamiento y los ambientalistas cuestionaron el impacto en el río.
Texas comenzó a emplazar el viernes lo que se convertirá en una nueva barrera flotante sobre el río Bravo, en la más reciente intensificación de las medidas multimillonarias del gobernador republicano Greg Abbott para reforzar la seguridad en la frontera con México, las cuales ya han incluido enviar en autobús a migrantes a estados gobernados por demócratas y autorizar a la Guardia Nacional para que realice arrestos.
Pero incluso antes de que las enormes boyas naranjas fuesen descargadas de los camiones que las transportaron hasta la ciudad fronteriza de Eagle Pass, ya había preocupaciones con respecto a esta parte del desafío sin precedentes de Abbott a la autoridad del gobierno federal en torno a la regulación de la inmigración.
Activistas por los derechos de los migrantes expresaron sus temores por los riesgos de ahogamiento, y los ambientalistas cuestionaron el efecto que las boyas tendrán sobre el río Grande, nombre con el que se le conoce en Estados Unidos.
Docenas de las enormes boyas esféricas estaban apiladas sobre las plataformas de cuatro tractocamiones en un parque de la ciudad cercano al río el viernes por la mañana.
Colocar las barreras podría llevarse hasta dos semanas, según el teniente Chris Olivarez, portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas, que está supervisando el proyecto.
Una vez instaladas, las partes del sistema que se ubicarán en la superficie del río y las mallas con las que están conectadas se extenderán 305 metros en la zona central del río, con anclas sobre su lecho.