El Otodus megalodon fue un tiburón gigantesco que se extinguió hace aproximadamente 3,6 millones de años. Se estima que podía alcanzar un tamaño enorme de al menos 15 metros de longitud, lo que lo convierte en uno de los mayores depredadores marinos que haya existido en la Tierra.
Un equipo de investigadores acaba de descubrir que esta especie tenía temperaturas corporales notablemente elevadas en comparación con otros tiburones, tanto así que podría considerarse dentro del grupo de animales modernos de sangre caliente (endotérmicos). La capacidad de regular la temperatura corporal es fundamental, ya que se considera un factor clave en la evolución del gigantismo en los tiburones.
En un artículo publicado en PNAS, se menciona que los investigadores analizaron fósiles del Pacífico Norte y Altántico Norte, y los resultados arrojaron evidencias de la capacidad de estos animales para regular su temperatura corporal. Sin embargo, esto pudo resultar una desventaja a largo plazo. El tamaño corporal gigantesco, junto con los elevados costos metabólicos asociados a mantener temperaturas corporales altas, podría haber contribuido a la vulnerabilidad de esta especie frente a la extinción en comparación con otros tiburones que lograron sobrevivir, según indican los científicos.