Aunque probablemente no suene muy apetitoso este postre es 100% comestible, los ingenieros de la Universidad de Columbia decidieron ir más allá de los límites de la impresión 3D y cocinar esta tarta.
La primera prueba de los ingenieros fue prometedora, pero a medida que la impresora iba depositando una capa sobre otra, la creación se derrumbó y terminó convirtiéndose en un montón pegajoso de tinta. Después del fracaso, los ingenieros lo intentaron otras cuatro veces y en el quinto intento encontraron la forma y el grosor adecuados para evitar que la tarta se desmoronara.
Según señala The Guardian, los ingenieros no disponían de una impresora 3D adecuada para convertir los cartuchos de tinta en polvos alimentarios. En concreto, la revista npj Science of Food cuenta que los expertos necesitaban una impresora 3D capaz de elaborar productos comestibles utilizando siete ingredientes (galleta, mantequilla de maní, mermelada de fresa, nutella, puré de plátano, llovizna de cereza y glaseado) mediante un láser azul que cocinaba capa a capa.
"Podría resultar más útil en restaurantes y cafeterías donde la carga de ingredientes y programas de software se pueden realizar durante las horas de menor actividad. Los clientes no se darían cuenta del aspecto 'antinatural' del proceso", concluye el profesor Andrew Feenberg