A lo largo del tiempo se ha descubierto que el cerebro tiene la capacidad de adaptarse a diferentes experiencias sensoriales y, de alguna manera, "compensar" la ausencia de uno u otro sentido.
En un reciente estudio, investigadores de la Escuela de Estudios Avanzados IMT de Lucca (Italia), en colaboración con un equipo de la Universidad de Ulm (Alemania), han proporcionado nuevos datos sobre cómo el cerebro se adapta a los cambios en el flujo de información visual y auditiva.
En este nuevo estudio, publicado en la revista científica NeuroImage, los investigadores cubrieron los ojos de 20 participantes y les pidieron que observaran y contaran simples destellos de luz mientras se les presentaban también pitidos sonoros. Durante el experimento, se registró la actividad cerebral con precisión milisegundos utilizando un electroencefalograma. Los investigadores observaron que la actividad neuronal en respuesta a la entrada visual y auditiva se alteraba después de quitar el parche ocular.
Incluso una mínima alteración de la experiencia visual es suficiente para provocar un cambio en el equilibrio entre la visión y la audición.
Esto confirma la notable capacidad del cerebro para adaptarse a cambios en la información que recibe. Demuestra que las alteraciones en un sentido conllevan rápidamente cambios en los demás, como si se estableciera un nuevo equilibrio. También proporciona pistas sobre cómo considerar esta interacción sensorial al diseñar protocolos de rehabilitación más efectivos para diversas enfermedades y discapacidades, como la ambliopía.