Una aventura en el Museo de Paleontología de San Miguel en Ocampo.
Había que atravesar el desierto para llevar un encargo sumamente valioso: el fósil que correspondía a una rodilla de dinosaurio. Sí, el doctor Américo de la Cruz, del municipio de Nadadores, realizó unos estudios en la pieza y encomendó a mi compadre Jorge Zamora irlo a dejar y así iniciamos la travesía de casi 400 kilómetros.
Al llegar al ejido San Miguel, en el municipio de Ocampo, Coahuila, México conocí en persona a Héctor Homero Hernández, quien tiene su Museo de Paleontología y todos le conocen como "El pastor de dinosaurios".
Increíble. "Pásele, pásele mi amigo, aquí es el museo, mire las piezas que tengo todas son originales, aquí las cuidamos mucho", dijo Homero, quien a leguas se ve que tiene el llamado "don de gentes". De trato sencillo y hospitalario, Homero es hermano de Alexis Hernández (A quien anteriormente les mostré con su museo al aire libre) y cuenta con una impresionante colección de piezas óseas petrificadas de aquellos grandes lagartos que caminaron hace millones de años en lo que ahora es el desierto.
Desde los 15 años, cuando acampaba con su padre en el monte para la recolección de la candelilla, Homero inició su colección al ver que los huesos eran de piedra y notaba que había fósiles de moluscos, pues en alguna época también aquello fue mar.
Varios museos de otros municipios se han servido de aquí, pero quiero decirles que quienes han descubierto algunas de las piezas que se exhiben en otros lados ha sido Homero y su hermano Alexis aunque injustamente no les dan el crédito y muchos saludan con sombrero ajeno cuando el par de hermanos se llevan sus buenas faenas ante las inclemencias del tiempo extremoso.
Se le entregó su pieza ya analizada y dimos el recorrido por el increíble lugar, que si tiene usted oportunidad debe conocer, vale la pena que algunos ojos bonitos lo admiren.
Hay explicaciones sobre las piezas que se exhiben, que son muchísimas, y que denotan que en la prehistoria estaba el hervidero de estos monstruos.
¡Este es el genuino Museo del Desierto! Homero con ahínco ha cuidado estas invaluables piezas y lo mejor es que llegan turistas a conocerlo (llegaron unos estadounidenses a visitar el museo mientras realizaba las fotografías).
Me encanta andar por los rincones de nuestro estado y en los lugares más recónditos e inhóspitos he encontrado historias increíbles como la de Homero Hernández, quien junto a su hermano Alexis, que sigue sus pasos, es un guardián de nuestro pasado prehistórico.
Creo, sin lugar a dudas, que, si no fuera por ellos, el pasado aún estuviera empolvado en aquellos lugares donde alguna vez, cuando se disipó el mar cretácico de Norteamérica, existió un gran vergel, un paraíso natural.