Final Fantasy XVI no solo es excelente, sino también uno de los mejores Final Fantasy en 20 años

La llegada de cada nuevo Final Fantasy es un evento en el mundo del gaming, sobre todo cuando se trata de una nueva entrega de la saga principal en esta franquicia. Después de todo, suelen pasar muchos años entre cada uno de estos juegos, por lo que el debut de Final Fantasy XVI viene acompañado de muchas expectativas. Afortunadamente, tras muchas horas de juego, puedo afirmar que el juego no solo está a la altura de las expectativas que personalmente tenía, sino que las ha superado.

No debe ser nada fácil hacer un nuevo Final Fantasy. Y no lo digo por el simple hecho de que desarrollar un videojuego, y uno masivo como este, es una tarea compleja que lleva años, incontables personas talentosas y muchísimo dinero, sino más bien por el hecho de que se trata de una saga con más de 35 años de existencia y muchísimos títulos en su haber. Satisfacer a todos los fanáticos, y al mismo tiempo a los nuevos jugadores, puede ser una tarea muy complicada.

Eso ha sido así especialmente desde que Final Fantasy dejó de lado en su saga principal el combate clásico por turnos, optando por uno con más acción y sus propios toques originales, por supuesto. Ese fue uno de los temas más conversados en el Final Fantasy XV de 2016, con un combate amado por uno y odiado por otros. Pero en el caso del nuevo FFXVI, siento que han dado con una fórmula exquisita para el combate, que mezcla la estrategia, el uso de habilidades combinadas con el combate cuerpo a cuerpo, y tiempos de reacción y acción que hacen que cada enfrentamiento sea muy dinámico, en especial contra los jefes finales y los enemigos más poderosos.

Pero comencemos por su trama, y otro aspecto muy interesante de Final Fantasy XVI: esta es la historia más oscura y cruda que he visto en un Final Fantasy en mucho tiempo. Todos los FF siempre tienen tramas muy ligadas a la política en un mundo ficticio, con traiciones, tragedias, romance y usurpaciones de tronos o gobernantes autoritarios y opresores. Ese aspecto está ahí también en FFXVI, sin embargo, el juego lo presenta de una manera más gráfica de lo que acostumbra la saga, con una violencia más explícita, no innecesariamente, sino que siento sirve para marcar más al jugador, del mismo modo que está siendo marcado o afectado el personaje que la presencia.

Final Fantasy XVI se desarrolla en el mundo de Valisthea, en el cual se encuentran cristales enormes que son los que llenan de magia este mundo, entre otras cosas. Por supuesto, este mundo ha visto varias guerras importantes en su historia, y durante la historia del juego vemos cómo se va desarrollando una nueva, de manera a veces explícita en el campo de batalla, pero a veces más sutil, tras bambalinas, con espías, traiciones y una especie de juego de tronos entre algunas personas muy poderosas en este mundo. En medio de todo esto se encuentra Clive Rosfield, primogénito, pero no heredero, de la familia regente en la nación de Rosaria. El hecho de que no sea el heredero a la corona (o el Gran Ducado, mejor dicho) es porque su hermano menor heredó el poder del Fénix, convirtiéndose en Dominante y, por lo tanto, siendo el próximo en la línea sucesoria al trono de su país.

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