La matanza solicitaría cambios en el sistema penitenciario del país e incluso un debate sobre si Honduras debía seguir el ejemplo de El Salvador.
Las autoridades hondureñas surgieron a entregar a los familiares los cuerpos maltrechos y calcinados de 46 mujeres asesinadas en el peor motín en una prisión de mujeres en la historia reciente.
Algunos de los cuerpos estaban tan quemados que faltarían pruebas genéticas o análisis dentales para identificarlos, dijo Yuri Mora, vocero de la agencia de investigación de la policía nacional de Honduras.
Los hechos que empezaban a concretarse sobre la violencia del martes en la prisión de mujeres de Támara describían una masacre cuidadosamente planeada de supuestas integrantes de pandillas rivales por parte de internas de la conocida mara Barrio 18.
La matanza solicitaría cambios en el sistema penitenciario del país e incluso un debate sobre si Honduras debía seguir el ejemplo de El Salvador, donde el presidente, Nayib Bukele, ha impuesto una política de tolerancia cero sin privilegios en prisiones.
Aunque la represión de las pandillas en El Salvador ha dado lugar a violaciones de los derechos humanos, también ha resultado ser inmensamente popular en un país aterrorizado durante mucho tiempo por las bandas callejeras.
“Uno de los graves peligros es la 'bukelización' de la política de seguridad en el país, con todo lo que ello implica”, dijo a AP Joaquín Mejía, experto hondureño en derechos humanos.