Los resultados de un nuevo estudio realizado por investigadores del Proyecto del Cerebro Humano de la Universidad Charité de Berlín en colaboración de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, arrojó que las personas con mayor inteligencia fluida (IF) tardaban más tiempo en resolver problemas difíciles.
Tomando como base una perspectiva biológica, se crearon 650 modelos personalizados de redes cerebrales (BNM) utilizando datos del Proyecto Conectoma Humano. Estos modelos simularon la dinámica cerebral involucrada en la resolución de problemas.
Las simulaciones cerebrales fueron comparadas con los datos empíricos de los 650 participantes que completaron el 'Penn Matrix Reasoning Test (PMAT)', el cual consta de una serie de tareas de emparejamiento de patrones de dificultad progresiva. Los resultados de estas tareas se tradujeron en una medida de inteligencia fluida (IF) de los participantes, que se puede entender como la capacidad para tomar decisiones difíciles en situaciones novedosas.
La simulación cerebral se ha utilizado para investigar la relación entre la conectividad funcional y estructural del cerebro y el rendimiento cognitivo. Un cerebro con una mayor sincronización resuelve los problemas de manera más efectiva, aunque no necesariamente más rápido.
A medida que disminuye la sincronización, los circuitos cerebrales de toma de decisiones llegan más rápidamente a conclusiones, mientras que una mayor sincronización entre las regiones cerebrales permite una mejor integración de la información y una memoria de trabajo más sólida.