Las herramientas llegaron desde lo insospechado. México se fortaleció de los remezones mediáticos. Las versiones de jugadores inquietos, casi disolutos, propensos a la fuga, quejumbrosos, desilusionados, ansiosos, terminaron por darle solidez y solidaridad al grupo.
La mejor medicina de la Selección Mexicana llegó desde fuera. De curanderos sin intenciones. Lo reconoce Diego Cocca. La noche del viernes, en lugar de una sesión de video, tuvo lugar una terapia de grupo, una encerrona, un aquelarre. En lugar de una fuga de piernas, hubo tormentas de cerebros.
En conferencia de prensa en el Estadio Allegiant, de cara al duelo por el tercer lugar ante Panamá, el entrenador del Tri puntualizó que en esa reunión más emergente que urgente, más espontánea que planeada, Diego Cocca diseccionó los puntos álgidos de la sesión. “Esperamos (en esta reunión) haber sacado lo positivo del partido ante Estados Unidos. Haber creado un vínculo, haber entendido que nos equivocamos y que tenemos derecho a equivocarnos, pero ser inteligentes para no equivocarnos más. Para crecer, para cerrar filas, para decirnos cosas picantes, interesantes, que vienen cargando de hace años”.
“Estamos en ese proceso de comunicarnos, de entendernos, de ponernos de acuerdo, de entrar en una cancha y entender situaciones que se van modificando durante el juego, y darles herramientas, todo sin perder el espíritu competitivo y de crecimiento. Ahí está la clave, y si crecemos partido tras partido, porque a veces se crece más en una derrota que en un triunfo, y ahí está la enseñanza.