Ahora mismo parece extraño, pero quizá en unos años los aviones que veamos en los aeropuertos tengan las mismas extrañas alas que el X-66A. De hecho ojalá así, porque este nuevo integrante de la familia de aviones experimentales X-Plane de la NASA tiene como objetivo alcanzar vuelos comerciales no contaminantes.
El X-66A es lo que los técnicos de la NASA han denominado avión transónico de ala arriostrada. Las riostras o arriostres son precisamente esa especie de soportes que aportan rigidez a las alas del avión, algo que ya conocemos desde los primeros tiempos de la aviación y que aquí dan estabilidad a las delgadas y largas alas del X-66A. Lo de transónico viene a colación de que el nuevo avión será capaz de alcanzar velocidades cercanas a las del sonido, concretamente de alrededor de 955km/h (Mach 0,8).
El objetivo del X-66A no es la velocidad, sino la sostenibilidad. El avión es el prototipo definitivo de un programa de investigación llamado Subsonic Ultra Green Aircraft Research (SUGAR), que lleva más de una década en desarrollo y que busca fabricar aviones que, siendo capaces de alcanzar velocidades cercanas a las del sonido, sea más silencioso que los actuales y consuma hasta un 70% menos de carburante.
Boeing ya mostró un concepto similar en 2019, y de hecho será Boeing la compañía encargada de fabricar el X-66A. Para ello trabajará codo con codo con los ingenieros de la NASA en modificar un McDonnel Douglas MD-90 (un modelo de avión de pasajeros que se retiró en 2020). Entre las modificaciones que habrá que hacerle se incluyen, según la NASA, acortar el fuselaje y reemplazar tanto las alas como los propulsores.
Si todo va bien, el X-66A saldrá a pista a principios de la década de 2030. El proyecto pretende ser la punta de lanza con la que Estados Unidos logre una aviación comercial libre de emisiones contaminantes para 2050, un objetivo incluido en el Plan de Acción de Aviación Sostenible.