Un nuevo estudio nos acerca un poco más de lo que ya estábamos a los perros. Si en los días de calor te notas más estresado y algo más irascible, no solo no estás solo entre humanos, al mejor amigo del hombre le pasa lo mismo.
Sí, el trabajo, una investigación que fue dirigida por científicos de la Escuela de Medicina de Harvard, encontró que las mordeduras de perros reportadas tienden a aumentar en los días con temperaturas más altas, así como en los días con mayor radiación UV o ciertos niveles de contaminación. Dicho de otra forma, Michael Douglas bien podría ser un perro en la maravillosa Falling Down.
Para llegar a este conocimiento, los autores explican que examinaron los datos de mordeduras de perros disponibles al público de ocho ciudades de Estados Unidos, incluidas Los Ángeles, Houston y la ciudad de Nueva York, de 2009 a 2018. Luego, compararon los datos con los diarios sobre el clima y la contaminación en esas ciudades.
Así, encontraron que, de las casi 700.000 mordeduras registradas durante ese período, existía una conexión entre las mordeduras y el entorno circundante. Por ejemplo, en comparación con los días con menos rayos UV o baja exposición a la luz solar, las mordeduras de perros registradas aumentaron un 11 % en los días con más rayos UV. No solo eso. También aumentaron un 4 % en los días con temperaturas más altas y un 3 % en los días con niveles más altos de ozono, un contaminante común.
Por el contrario, explican, las mordeduras disminuyeron levemente en los días con más lluvia y se mantuvieron sin cambios sin importar el nivel de exposición a otro tipo de contaminación, partículas finas o PM2.5. Según cuentan en el estudio:
Llegamos a la conclusión de que los perros, o las interacciones entre humanos y perros, son más hostiles en los días calurosos, soleados y con smog, lo que indica que la carga social del calor extremo y la contaminación del aire también incluye los costes de la agresión animal.
Dicho esto, hay limitaciones en el trabajo que los propios autores recuerdan. El principal tiene que ver con la falta de otros datos que podrían influir, como la raza, el sexo o incluso sin el canino estaba castrado o no. Con todo, parece bastante claro que el calor acaba formando parte de un “clima” más agresivo en el comportamiento de los animales.