El sonido de los tambores, las sonajas, la reverberación de los penachos, el olor del ocote que antecede el fuego nuevo. De pronto, a los pies de la pirámide de la Luna, en el corazón de Teotihuacán, la llama centroamericana volvió a arder.
Es una ilusión que renace A poco más de dos semanas para los Juegos Centroamericanos de San Salvador 2023, la llama que iluminará el camino puso rumbo a tierras salvadoreñas. La flama brotó de la tierra que la resguarda.
En donde todo comenzó, hace casi cien años, en la primera edición de la justa regional, la más antigua en la historia. La ceremonia invocó a los dioses. El baile como ofrenda y los rezos al sol, como una súplica para que comparta un poquito de su calor a través de la llama. Fue entonces que el fuego surgió, con la pirámide del Sol de fondo, en la Calzada de los Muertos, la capital del antiguo imperio mesoamericano. “Este fuego, hoy da inicio al recorrido de lugares que transitan para llegar al epicentro de los Juegos Centroamericanos en El Salvador, naciones que con orgullo desfilarán, con sus colores y sus atletas. Este fue nos insta a conducirnos hacia la renovación, siendo portadores de un mensaje de paz, de esperanza y respeto”, dijo María José Alcalá, presidenta del Comité Olímpico Mexicano. La ceremonia agolpó las banderas de las 37 delegaciones que le darán vida a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, mientras que los lábaros de México, El Salvador.