La guerra de Ucrania está a punto de cumplir 500 días sin que se vislumbre el fin del conflicto.
La guerra de Ucrania está a punto de cumplir 500 días sin que se vislumbre el fin del conflicto. Pese a la ayuda militar masiva de Estados Unidos y Europa a Ucrania, Rusia sigue presente en las regiones orientales que invadió, pero no puede avanzar más. En realidad hoy ninguno de los dos beligerantes está en capacidad de imponerse militarmente. ¿Cuánto tiempo durará ese punto muerto? ¿Hay espacio para negociaciones de paz, como lo exigen cada vez más lideres del llamado sur global? ¿Sigue vigente la amenaza nuclear?.
Estas son unas interrogantes que examina Maxime Lefebvre en un análisis que publicó el 22 de mayo último en la plataforma digital “The Conversation”. Diplomático de carrera, Lefebvre es un experto en cuestiones estratégicas y especialista de Rusia, de los países de Europa Oriental, del Cáucaso y de Asia Central. Como colaborador de Hubert Védrine, entonces ministro francés de Relaciones Exteriores, estuvo involucrado de cerca en la problemática de la crisis de Kosovo (1998-1999), y luego en la de la guerra ruso-georgiana (2008), como integrante del Consejo de la Unión Europea. Maxime Lefebvre se desempeña también como catedrático de la Escuela de Estudios Políticos de París. Hace más de un año que empezó la guerra en Ucrania. Al principio del conflicto, después del fracaso de la invasión rusa, se iniciaron pláticas entre ucranianos y rusos, pero tuvieron un alcance limitado y sólo desembocaron en un intercambio de presos. Pero, pese a todos estos esfuerzos, el conflicto sigue. Hoy no se trata de saber lo que podría hacer la diplomacia, sino de entender el porqué todavía no ha llegado la hora de la diplomacia. Dos razones explican fundamentalmente esa situación: en primera instancia la negativa por parte de Ucrania de acatar la mínima pérdida de su territorio y luego el callejón sin salida en el que se encerró Vladimir Putin. En el estado actual del conflicto, el costo político de un alto al fuego resultaría muchísimo más alto para Kiev que para Moscú. Es la razón por la que Ucrania se aferra a su plan de contraofensiva y denuncia con fuerza la eventualidad de abandonar Crimea, evocada por el presidente brasileño Lula da Silva.
Ucrania no es una isla; y aún si Rusia tuviera que batirse en retirada, pues no aceptaría su derrota, seguiría amenazando el territorio ucraniano a partir de las zonas fronterizas entre ambos países. Ese el primer problema. El segundo es más grave aún: Rusia es una potencia nuclear que en un momento dado ¿en caso de la pérdida de Donbass o de Crimea? ¿En caso de que fuerzas ucranianas crucen la frontera?, podría considerar que peligran sus intereses vitales y que se justifica la utilización del arma nuclear desde una óptica defensiva. Y allí nos tropezamos con un factor estratégico fundamental de ese conflicto, continúa Lefebvre, los occidentales no pueden derrotar a Rusia como derrotaron a Serbia bombardeándola hasta obligar a Slobodan Milosevic a renunciar a Kosovo en 1999. Existe además un segundo problema fundamental: Putin aparece como un obstáculo mayor para la paz.