Si no logras descansar, estás siempre ocupado o prefieres el estrés como motivación para actividades, es probable que seas adicto al estrés. Te explicamos en qué consiste esta adicción.
Ves el reloj, Ves la computadora, Los minutos pasan y parece que no acabas más con el trabajo. Los ruidos del teclado se hacen más fuertes y constantes. La desesperación te invade, pero espera. Lo lograste. Terminaste a tiempo. El estrés puede ayudarte a realizar actividades diarias, pero el exceso puede llevarte a la adicción y afectar tu salud con el tiempo.
El estrés es la respuesta física o mental a una situación externa, como tener múltiples tareas o sufrir una enfermedad, y desaparece una vez que se resuelve la situación. Puede motivarte a cumplir con un plazo o afectar negativamente tu desempeño, según el Instituto Nacional de Salud Mental.
El estrés puede generar depresión, trastornos del sueño, disfunción sexual, deterioro de relaciones familiares, laborales o sociales y hasta violencia hacia uno mismo o los demás. El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado explica que es crucial controlarlo y encontrar su origen para sobrevivir a sus impactos en la salud. Determina si tienes adicción al estrés.
¿Cómo saber si soy adicto o adicta al estrés?
Según La Mente es Maravillosa, ser adicto al estrés es característico de aquellos que tienen un patrón constante de participar en actividades que generan una sobreactivación del sistema nervioso simpático, lo que resulta en la liberación de adrenalina, epinefrina y cortisol que refuerzan los sistemas de recompensa neuronales. Las personas buscan llevar su cuerpo y mente al límite y si no lo alcanzan, no se sienten satisfechas. ¿Te preguntas si esto te describe a ti? Aquí hay 5 señales para identificarlo.
1. Baja tolerancia a la inactividad
La primera característica que Lamentees maravillosa retoma es la persona con una incapacidad para descansar. Consideran que disfrutar del ocio, relajar su cuerpo o no hacer nada significa ser incompetente o tener baja productividad. Están tan acostumbrados a realizar diversas tareas que una pausa ocasiona incomodidad. Buscan constantemente aquella actividades que les provoque la sensación de tener en la espalda un trabajo importante.
2. Perfeccionismo extremo
Otra característica que menciona Lamentees maravillosa es que la persona no está satisfecha con realizar bien las actividades, sino busca alcanzar un nivel de excelencia. El problema está presente porque sus objetivos tienden a ser imposibles y en la busca de cumplirlos, las personas quedan ahogadas en la frustración y fracaso. Aunque prometen no volver llevar a su cuerpo a tales extremos, regresan a ellos.
3. Dejan todo para el último segundo
Dejar las cosas al último como parte de la procrastinación o no tener tiempo suficiente es un rasgo de personas adictas al estrés, según Glamour. Estas personas justifican su comportamiento en que necesitan la presión del tiempo para ser productivas. A pesar de que la adrenalina permite la concentración, el exceso cobra el precio en cualquier momento.
4. Agotamiento todo el tiempo
Las personas que son adictas al estrés no son personas fuera de este planeta, por lo cual el realizar diversas tareas les deja agotados. Glamour menciona que las personas adictas al estrés sienten mucha energía cuando están bajo tensión, pero en un momento de relajación, no consiguen realizar las actividades.
5. No recuerda aquello que le provoca felicidad
Las personas adictas al estrés evitan el tiempo libre porque se les ha olvidado qué les gusta hacer y qué les hace feliz. Enfocan su mente y cuerpo en realizar actividades para otras personas que terminan olvidando sus necesidades. Incluso si dedican un tiempo a ello, no están presentes. En su mente están planificando qué ocurrirá después para no desperdiciar ni un segundo, explica The Corner of Excellence.
Si te has identificado con estos puntos, es momento de parar. Para ello, Cigna recomienda identificar los factores de estrés, participar en actividades que solían provocarte tranquilidad y diversión, realizar ejercicio y hablar con un terapeuta o consejero para ofrecerte un plan que te permita volver a tener el control de tu vida.