Expertos mencionan que México paga la formación de la mano de obra y Estados Unidos se la queda.
De acuerdo con un estudio reciente, los posgraduados mexicanos que viven en Estados Unidos superan en número a todos los integrantes del sistema nacional de investigadores en México. Este ejemplo ilustra una importante asimetría entre México, que paga la formación de mano de obra altamente cualificada, y Estados Unidos, que la inserta en su estructura productiva.
Es, además, un ejemplo muy representativo del fenómeno conocido como fuga de cerebros, que combina dos cuestiones fundamentales de la economía mundial: el problema migratorio y los procesos de innovación a escala global. Desde la economía se ha interpretado tradicionalmente el problema partiendo de una perspectiva neoclásica, desarrollada inicialmente en la Universidad de Chicago. De acuerdo a esta visión, el conocimiento se entiende como una forma de capital: el capital humano que, como tal, se puede asignar y acumular.
Capital humano. Se considera que la movilidad científica implica una reasignación del capital humano, que automáticamente se usa de forma eficiente en su destino. Este cambio de lugar de los stocks de capital humano es un juego de suma cero: algunos lugares experimentan fugas de conocimiento mientras que otros obtienen ganancias. La visión neoclásica implica políticas públicas que busquen aumentar el stock de capital humano, reteniendo y atrayendo al país talento nacional o extranjero. Por otro lado, la perspectiva de la economía evolucionista parte de una concepción muy diferente del problema. De acuerdo a esta visión, el conocimiento no es tanto un agregado sino una estructura, dado que un país no incrementa la capacidad productiva simplemente recibiendo a más personas. Aunque estas personas sean altamente cualificadas, es necesario que encajen adecuadamente en la estructura productiva. Es decir, sus conocimientos y habilidades deben poder insertarse en el conjunto de conocimientos y habilidades del lugar de destino. Esto implica concebir el conocimiento como algo relacional y procesual. Por ello, la movilidad científica no se entiende tanto como un fenómeno de reasignación, sino como un proceso de reorganización y recombinación de conocimientos.
Cerebros en circulación. Científicos, centros de investigación, universidades y empresas son nodos en redes de interacción académica, y la movilidad implica una reconfiguración de estas redes. Una reconfiguración cuyas consecuencias son inciertas, porque el cambio (el viaje, la migración) requiere readaptación. Pero, además, porque este cambio supone una fuente de autodescubrimiento y creatividad.