En el Signal Iduna Park, en el territorio en el que el Borussia había ganado sus últimos once encuentros de forma ininterrumpida.
El Bayern Múnich resurgió de la nada, del fracaso al que apuntaba desde día antes, para sostener, de repente, su hegemonía irreductible de la Bundesliga, campeón por trigésimo segunda ocasión y, sobre todo, por undécima temporada seguida, cuando lo percibía improbable, cuando nadie creía en la derrota o el empate del Borussia Dortmund, ni siquiera en su victoria en Colonia, cuando Jamal Musila lo coronó de forma imprevisible al borde del final con un golazo cuando llevaba cinco minutos en el campo.
Todo ocurrió. En el Signal Iduna Park, en el territorio en el que el Borussia había ganado sus últimos once encuentros de forma ininterrumpida, con 13 triunfos en las 14 jornadas más recientes ante su público, el Mainz promovió, imprescindible, el ya inesperado título del conjunto de Thomas Tuchel, con un empate por 2-2 en Dortmund que circunscribió al Bayern a un simple triunfo que completó en el minuto 89 el internacional alemán, tras el 1-1 del Colonia en el 82 de penalti. Contra las cuertas, el Bayern sobrevivió.