La telenovela del año todavía tiene mucha tela de dónde cortar. Y es que tras el bloqueo de la adquisición de Activision Blizzard por parte de Microsoft, la CMA, organismo regulador del mercado en Reino Unido no esperaba que la Unión Europea diera el visto bueno a la transacción. Esta aprobación hizo que el gobierno de Reino Unido se preguntara, ¿qué demonios está pasando aquí?
La Autoridad de Competencia y Mercados del Reino Unido (CMA, por sus siglas en inglés) ha defendido su decisión de bloquear la adquisición de Activision Blizzard por parte de Microsoft, valorada en 68,700 millones de dólares, durante una audiencia parlamentaria hoy. Los directores de la CMA, Marcus Bokkerink y Sarah Cardell, se enfrentaron a repetidas preguntas por parte del Comité de Negocios y Comercio del gobierno del Reino Unido esta mañana en relación con la decisión, justo un día después de que la Comisión Europea votara a favor de aprobar el acuerdo en la Unión Europea.
Los diputados pidieron a la CMA que explicara por qué había llegado a una decisión diferente sobre el acuerdo en comparación con su homólogo europeo, y cuestionaron repetidamente si la CMA había considerado los efectos de bloquear un acuerdo como este en la reputación internacional del Reino Unido.
“Entiendo la insinuación: cuando se toma una decisión que bloquea un acuerdo, surgen dudas sobre si el Reino Unido está abierto a los negocios”, respondió Marcus Bokkerink, presidente de la CMA. “Todas las empresas saben que hay una gran diferencia entre construir un negocio, invertir en un nuevo negocio, invertir en una startup y crear un nuevo negocio; hay una gran diferencia entre eso y comprar una empresa ya establecida, bien establecida, con posiciones consolidadas.
Los dos son diferentes. “El Reino Unido siempre ha fomentado, y es deber de la CMA fomentar, mercados competitivos abiertos. Estamos atentos, como es nuestro deber, a las inversiones que consolidan un poder de mercado ya arraigado. “Cuestionaría la premisa de que haya un impacto en la confianza internacional para hacer negocios en el Reino Unido“, continuó Bokkerink, sugiriendo que, por el contrario, no inspiraría confianza si se percibiera que el Reino Unido está “haciendo la vista gorda ante fusiones anticompetitivas”.