Dos bellos goles a la altura del partido más vistoso del planeta fútbol, marcados por Vinícius en el primer acto y De Bruyne en el segundo, dejaron para el Etihad la resolución de una semifinal en la que Real Madrid reaccionó con poderío a sus momentos de sufrimiento y el Manchester City alejó fantasmas que reaparecieron tras un ejercicio de brillantez.
Solo desde el dominio de la competición, el carácter competitivo, la resilencia y la capacidad de sufrimiento única del Real Madrid en la 'Champions' se puede explicar su triunfo al descanso tras ser sometido y sobrevivir a 25 minutos de exhibición futbolística del City en el Santiago Bernabéu. Lo acabó teniendo en la mano, con el tanto de 'Vini', pero acabó pagando caro el error puntual en un pequeño detalle que pasa factura en los días grandes. La lucha de los jugadores de Pep Guardiola era doble, ante el rival y contra el aspecto psicológico de regresar al escenario donde perdieron la última semifinal tras dominar los 180 minutos de la eliminatoria. Para proclamarse rey debe destronar al rival que mejor compite y a su capacidad de levantarse de cualquier situación. Por extrema que sea.
Cambiado el factor de los estadios en el presente, en esta ocasión no llegó a ir por detrás en el marcador el Real Madrid ni lo vio todo perdido. Sintió la dureza de lograr una nueva hazaña ante un equipo señalado como gran favorito. Nadie, salvo Mourinho en una semifinal de ingrato recuerdo para el madridismo ante el Barcelona, había planteado un duelo a puertas de la gran final a la defensiva. No figura en el libreto de Carlo Ancelotti, que fue valiente y estuvo cerca de pagarlo.