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El también actor recuerda al emblemático Macario a poco más de un mes de su fallecimiento
A Ignacio López Tarso, lo único que “le falló” fue alcanzar los 100 años, así lo afirmó su hijo Juan Ignacio López Aranda en una reciente entrevista donde recordó a su padre, del que asegura que le ha costado mucho trabajo desapegarse tras su deceso, pues le ha llorado mucho, ya que se encuentra encargado de repartir parte de las pertenencias del actor a las y los allegados del actor, y entre las confesiones que realizó, también contó que el actor comenzó su relación de noviazgo con la señora Gabriela Romo, antes de que su madre, Clara Aranda perdiera la vida, situación que lo incomodó en su momento, pues fue su "alcahuete".
A poco más de un mes de que se diera a conocer que Ignacio López Tarso, mejor conocido por la película "Macario", había perdido la vida a sus 98 años, Juan Ignacio López Aranda, hijo menor del actor, vuelve a aparecer frente a los medios de comunicación para hablar de cómo ha atravesado el duelo, ante la ausencia de su padre; aún con lágrimas en los ojos, el hijo de "Macario" asegura que no le gusta que lo vean llorar, por lo que -en principio- se sintió muy abrumado con todas las preguntas que respondió a la prensa.
Sin embargo, en una entrevista que concedió a Matilde Obregón hace unos días, recuerda que luego del homenaje póstumo que se realizó a su padre en Bellas Artes, pudo liberarse, pues volvió a casa y se puso a llorar desconsoladamente a lado de "Dina", la perrita de su hermana Gabriela; a partir de ahí -confesó- que comenzó a asimilar todo el dolor que aguardaba en su pecho, pues fue muy allegado a su familia, debido a que no sólo estaba al pendiente de su salud, sino que trabajó con él en teatro en múltiples puestas en escenas.
Para Juan Ignacio, la vida de su padre fue una vida dedicada a su profesión, ya que era muy comprometido por su amor a la actuación, por lo que cuando trabajaba a lado de su hijo, era muy estricto con él, situación que siempre lo mantuvo presionado, debido a que quería dar todo de sí y estar a la altura de la capacidad de interpretación que su padre proyectaba en el escenario, sin embargo, también recuerda que muchas de sus decisiones fueron difíciles de asimilar por parte de la familia, pues reveló que cuando López Tarso comenzó su noviazgo con doña Gabriela, su madre no sólo seguía viva, sino que estaba casada con él, pues lo recuerda como "ojo alegre" y "coqueto".
Lo más complicado -confiesa- es que él sabía de la relación extramarital que sostenía cuando estaba casado con su madre, sin embargo, decidió guardar el secreto, pero no por eso (aseguró) le fue indiferente la deslealtad que su padre cometió. "Fue difícil al principio, mi papá tenía una novia y desde antes de que mi madre muriera, fue difícil para mis hermanas enterarse, yo conocí a Gabriela muchos antes de que mi mamá muriera", detalló.
Su madre, Clara Aranda partió de este mundo el 29 de marzo del 2000 y aunque amó mucho al actor, su hijo recuerda que tuvo que vivir muchos momentos difíciles a lado de don Ignacio, porque era muy coqueto, de hecho, considera que el enfisema pulmonar que la llevó a morir, por el tabaquismo que padecía -ya que fumaba tres cajetillas de cigarros al día-, fue propiciado de las angustias que le producía al coquetería de su marido. "Fumas por nerviosismo; ha de ser terrible ser la esposa de López Tarso, se enamoraba de las actrices, él lo decía", destacó.
Sin embargo, reconoce que él y sus hermanas -al día de hoy- sostienen una muy buena relación con Doña Gabriela, pues compartió muchos años a lado de su padre, a quien asegura que amó y sigue amanado, tras su muerte, a tal grado que fue ella quien le obsequió a "Pingo", su rottweiler.
"Ahora Gabriela es muy íntima amiga nuestra, nos quiere mucho, fue la novia de mi papá durante el final de su vida; 30 años... no sé cuantos", precisó. "Comían, cenaban, todos los sábados reunían, mi papá manda al chofer por ella, además se amaban, mi papá quería mucho a Garbiela y ella ahora a ama mi papá en el recuerdo", aseguró.