El próximo día 5 de mayo tendrá lugar un eclipse lunar penumbral, uno de los tipos de eclipses lunares más comunes, pero no por ello menos espectaculares. Te contamos en esta pieza todo lo que necesitas saber sobre este fenómeno, que tardará más de 5 meses en repetirse, pues no podremos ver algo igual hasta el 28 de octubre de este mismo año, para que puedas aprovecharlo al máximo.
El eclipse empezará sobre las 17:15 horas UTC+2 (es decir la hora peninsular española) y terminará a las 21:30 UTC+2. Sin embargo la Luna aparecerá tras el horizonte español hacia el final de la tarde, de forma que en España será visible próximo al atardecer (y en el noroeste del país, en Galicia sobretodo, no se llegará a ver el eclipse pues acabará antes de que la Luna se alce tras el horizonte). En Latinoamérica el eclipse no podrá disfrutarse en absoluto y de hecho el continente americano es el único para el que no podrá verse ninguna parte del eclipse desde ningún punto de su geografía.
Durante la primera hora del eclipse lunar penumbral deberíamos ver cómo nuestro satélite va perdiendo brillo poco a poco, al atravesar la zona de penumbra de la Tierra, la zona en la que una parte del disco solar se ve bloqueada por nuestro planeta, pero no su totalidad. Si este fuera un eclipse lunar total o incluso parcial al cabo de un tiempo en la zona de penumbra, aproximadamente una hora, el satélite entraría en la umbra de la Tierra estando cada vez más parte de su disco completamente privada de la luz solar. Esta región sombreada iría creciendo hasta ocupar la totalidad de nuestro satélite en caso de ser de un eclipse total, momento en el que adquiriría un brillo rojizo. Sin embargo al tratarse en esta ocasión de un eclipse penumbral, la Luna no llegará a entrar en la sombra de la Tierra y ningún punto de su superficie se verá completamente oscurecido.
Cuando la Luna alcance su punto más oscuro permanecerá así durante unas dos horas y después veremos cómo la sombra de la Tierra se retira de la luna por el lado opuesto al que llegó, tardando poco más de una hora en hacerlo. Esto es de hecho lo único que llegará a verse desde la península ibérica. Durante este rato irá recuperando su brillo habitual correspondiente a la fase de luna llena. Los eclipses lunares son bastante comunes, ocurren dos o incluso tres veces al año, pero los eclipses lunares totales son más raros, ocurriendo menos de la mitad de las veces. Esto es así porque la región que tiene que atravesar la Luna para que el eclipse sea total es menor y por tanto resulta más improbable que entre completamente en ella. Además, los eclipses solo son visibles desde una parte concreta del planeta, como cualquier otro evento astronómico, por lo que cuando se presenta la oportunidad es importante no dejarla pasar.
Gracias al hecho de que el planeta es mucho mayor al satélite la sombra de la Tierra es unas dos veces más grande que la Luna a la distancia de nuestro satélite. Si no fuera ese el caso, sus roles se intercambiarían y la vida probablemente habría surgido sobre el otro cuerpo, que recibiría el nombre de planeta. Por esta diferencia de tamaños podemos disfrutar de eclipses lunares totales tan extensos (más de hora y media de totalidad) así como de eclipses parciales y de penumbra tan a menudo como lo hacemos y de varias horas de duración. Si la Luna estuviera más lejos, su tamaño aparente en el cielo sería menor y estos eclipses serían mucho menos comunes, además de que no podríamos disfrutar de eclipses solares totales. De hecho, esto ocurrirá en el futuro lejano, dentro de cientos de millones de años, debido al constante alejamiento que sufre la Luna. Nuestro satélite se aleja de la Tierra a un ritmo de unos 4 centímetros por año. Ritmo que puede parecer insignificante, pero que llega a acumularse y ser significativo con el paso de tiempos geológicos y astronómicos.
Estos eclipses, además de ser un espectáculo astronómico, son una prueba directa y clara de la esfericidad de la Tierra. Lo que observaremos el próximo día 5 es un fenómeno que no tiene explicación posible bajo el modelo defendido por el terraplanismo. La sombra de la Tierra presentará una forma curvada en su recorrido por la superficie lunar, correspondiente a la sombra de un planeta con forma esférica y no plano. Si bien es cierto que un disco podría generar la misma sombra que una esfera, si la fuente de luz está situada tras el disco y no a su lado, esto no podría ocurrir en todos los eclipses lunares, sino sólo en alguno de ellos. Estos argumentos podrían intentar utilizar quienes defienden esta pseudociencia, pero la realidad es que el propio mainstream terraplanista ni siquiera intenta utilizar estos argumentos para defender sus planteamientos, sino que para explicarlo recurren a un “objeto sombrío” indetectable.
En un eclipse lunar total o parcial, además de la forma de nuestro planeta también podremos observar cómo la luz del Sol atraviesa nuestra atmósfera en su camino hacia la Luna y el efecto que esto tiene sobre la apariencia de nuestro satélite. Esta luz será dispersada al atravesar la atmósfera con muy baja inclinación, conservando tan sólo las longitudes de onda más largas, correspondientes a la luz roja, que serán las únicas capaces de sobrevivir el trayecto e incidir sobre la Luna. Esto es también el motivo por el que la salida y la puesta del Sol presentan ese color que las caracteriza.