Investigadores plantean la pertinencia de suspender toda actividad turística y productiva en los arrecifes de Banco Chinchorro, ante la probabilidad de que la enfermedad se pueda “propagar por personas”
La probable presencia del Síndrome Blanco, una enfermedad que mata velozmente a los corales, ha sido detectada por primera vez en la Reserva de la Biósfera Banco Chinchorro (RBBC), Área Natural Protegida (ANP) en el sur de Quintana Roo, que ya ha visto la extinción local de algunas especies de coral debido a este padecimiento, registrado en 2018 en arrecifes de la zona norte del estado.
La situación requiere de recursos económicos y un plan de acción inmediato, pues de lo contrario, dejar pasar el tiempo implicará sólo llegar a “contar cadáveres”, advirtieron investigadores, quienes plantean –además– la pertinencia de suspender toda actividad turística y productiva en los arrecifes de Banco Chinchorro, ante la probabilidad de que la enfermedad se pueda “propagar por personas” que estén en contacto con corales dañados y se muevan a los que se encuentran sanos.
La alerta fue hecha por investigadores del Laboratorio de Ecología de Ecosistemas de Arrecifes Coralinos (LEEAC), del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav), Unidad, Mérida, Yucatán, del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL), Unidad Puerto Morelos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Quintana Roo.
Jesús Arias, integrante del LEEAC, indicó que un Monitoreo de Biodiversidad en Banco Chinchorro, arrojó evidencias sobre la posible presencia del Síndrome Blanco o Stony Coral Tissue Loss Disease (Enfermedad de Pérdida de Tejido en Corales Duros) en diversas colonias de coral de la RBBC, que hasta el momento era el único lugar en toda la región que no se había visto afectado.
El primer reporte sobre la presencia del Síndrome ocurrió desde el pasado 23 de marzo, lo que significa que la enfermedad pudo haber avanzado ya más de 20 kilómetros en el perímetro del Banco Chinchorro, conforme a las tasas de avance de sitios afectados en otras ANPs, como Cozumel, de un kilómetro por cía.
Este padecimiento es un fenómeno que mata el tejido vivo de los corales y constituye una enorme amenaza para la superviviencia de los arrecifes. En Quintana Roo fue detectada por primera vez entre mayo y junio del 2018, en colonias arrecifales de Puerto Morelos y Cozumel, pero se extendió rápidamente hacia otras ANPs, como el Parque Nacional Isla Contoy, afectando un 90 por ciento de su superficie para 2019.
Diversas especies de coral han muerto y se sospecha que otras tantas se han extinguido ya a nivel local en otras ANPs, derivado de lo que ha sido identificado coloquialmente por Lorenzo Álvarez Filip, investigador en el ICMyL, como “el cáncer del coral”, debido a su altísima letalidad, cercana al 100 por ciento.
“Especies como lo son el coral Pilar (Dendrogyra cylindrus), prácticamente desaparecieron de las zonas afectadas, poniéndolas en claro riesgo de extinción local. La enfermedad también ha afectado severamente a otros países en El Caribe, causando una mortalidad coralina similar a la reportada en México.
“Esto pone de manifiesto que las comunidades coralinas de la RBBC son un repositorio de biodiversidad biológica de altísima importancia no solo para México, si no a nivel internacional. El resguardar las poblaciones de corales en esta ANP es prioritario para evitar una inminente extinción de algunas especies a lo largo de todo su rango de distribución”, advirtió.
El también responsable del Laboratorio de Biodiversidad y Conservación Arrecifal (Barco Lab) subrayó que estimaciones basadas en el Monitoreo de +100 Sitios a lo largo del Caribe Mexicano, indican que entre 2018 y 2020, murieron cerca de 80 millones de corales en el Caribe Mexicano, según el Proyecto Prorest 2022.
“Estamos ante el inminente riesgo de que una situación similar ocurra en la RBBC. Tenemos que hacer hasta el último esfuerzo por evitarlo. A nivel de colonia de coral, en especies altamente afectadas, la enfermedad puede matar a una colonia en tan solo unos días, Matando hasta el 40 por ciento de la colonia en un solo día. Cada día que pasa pueden estar muriendo miles de colonias de coral”, resaltó.
Álvarez Filip envió un escrito, con carácter de urgente, al director regional de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) en la Península de Yucatán y el Caribe Mexicano, Fernando Alonso Orozco Ojeda y a la encargada de despacho de la Reserva de la Biósfera Banco Chinchorro, Denisse Ángeles Solís, para solicitar el corroborar urgentemente los registros de la enfermedad en Banco Chinchorro.
El investigador apremió a las autoridades a realizar muestreos prospectivos para reconocer las posibles áreas afectadas y, en caso de afectación, implementar a la brevedad un Plan de Monitoreo, Rescate y Tratamiento de especies afectadas.
“Dada la rápida tasa de avance de esta enfermedad, no tenemos tiempo que perder”, expresó en el escrito, mediante el cual sugirió una ruta a seguir, que incluye la participación de un equipo experimentado en la identificación de la enfermedad; ubicar espacialmente en dónde está localizado el padecimiento y qué especies ya han desaparecido.
Mencionó el revisar el estado de salud de las colonias registradas del Coral Pilar (D. cylindrus), pues su tasa de mortandad es casi del 100 por ciento y se encuentra en peligro de extinción “inminente”, en todo su rango de distribución; iniciar una colecta de organismos, habilitar sistemas de acuarios con las características necesarias para recibir especímenes probablemente afectados por el Síndrome Blanco.
El tema también requerirá la inyección de recursos, gestionados a través de fundaciones internacionales y nacionales, pues “hacer planes para implementar fondos que lleguen en meses, solo servirá para contar los cadáveres. No podemos esperar”.
El Investigador se dijo consciente de los problemas económicos y sociales de cerrar al turismo la Reserva, pero consideró que es necesario, aplicando el principio precautorio consagrado en la legislación mexicana, ante la “inminente amenaza que representa esta enfermedad”.