“Ahí va la Jordan del futbol”, solían decir los aficionados cuando a escena aparecía la figura de Mia Hamm.
Corría el año de 1994. Aunque Estados Unidos se preparaba para albergar su primer Mundial de futbol, en realidad la conversación estaba en otra parte. “Ahí va la Jordan del futbol”, solían decir los aficionados cuando a escena aparecía la figura de Mia Hamm, futbolista considerada por muchos como uno de los grandes íconos del deporte norteamericano y quien fuera parte fundamental de aquel primer título conseguido en la Copa del Mundo de 1991, cuando derrotaron 2-1 a Noruega
Por aquel entonces, Nike ya era un fenómeno parecido a lo que es hoy; es decir, bajo el legendario logo de la palomita se agolpaban los mejores deportistas. No fue raro, entonces, que los caminos de Hamm y la empresa transnacional se encontraran, hasta que un día se convirtió en la primera futbolista en la historia en ser patrocinada por la marca. El efecto Hamm llegó a tal punto que incluso uno de los principales edificios de la empresa en Oregon lleva su nombre.
La apuesta de Nike, sin embargo, no solo fue por la deportista, sino por el futbol femenil en general. A partir de ese momento, la empresa norteamericana, fundada en 1964, no ha dejado de convertirse en promotor de su práctica ya sea con patrocinios o con campañas publicitarias. La idea siempre ha sido darle visibilidad.
Consciente de la popularidad del futbol femenil en los Estados Unidos, un deporte que suma aficionados a medida en la que los éxitos y resultados crecen, Nike se ha mantenido estrechamente ligado. Uno de los grandes ejemplos fue el patrocinio de la marca a la National Women’s Soccer League, liga profesional de futbol femenil en el país norteamericano que se ha convertido en un ejemplo para otras organizaciones en el mundo, no solo en lo deportivo, sino en la cuestiones de género.