Como Rubén Garrido de la Universidad de Alcalá, consideran que es uno de los factores que provocan la mayor incertidumbre y tensión inflacionaria.
La inflación subyacente muestra las verdaderas tensiones inflacionistas de una economía al tener en cuenta el crecimiento de todos los bienes y servicios que consumen los ciudadanos, a excepción de los precios de los alimentos no elaborados y de los productos energéticos.
Complicado. En el caso español, el dato adelantado del IPC del mes de febrero de 2023 muestra una evolución de la inflación muy preocupante. Es cierto que el nivel máximo se alcanzó en julio de 2022, con un crecimiento del índice general del IPC del 10.8 %, pero no es menos evidente que la inflación subyacente no ha dejado de crecer, llegando a su máximo en febrero con el 7.7 % y superando a la inflación general, que ahora se encuentra en el 6.1 %, por tercer mes consecutivo. Parece una paradoja que, si gran parte de las tensiones inflacionistas de la economía española en 2022 se debieron al comportamiento de estas rúbricas, también los mejores datos de estos meses, en los que la inflación ha moderado su crecimiento, se deben a la contención en los precios de los alimentos no elaborados y los productos energéticos. También hay que reconocer que tienen un efecto retardado que se manifiesta en el crecimiento, sostenido en el tiempo, del núcleo duro de la inflación: la inflación subyacente.
Consumo. Quizá hemos puesto poca atención a un hecho evidente. Los consumidores, cuando consumimos, lo hacemos sobre todo de bienes elaborados, que tienen algún tipo de transformación. La energía no sólo encarece el transporte de los consumidores y la calefacción de sus casas: también afecta a los costes de producción de las empresas que elaboran dichos bienes, y a su distribución. Y es ahí donde se observa este efecto retardado de los precios de la energía que, a modo de onda expansiva, se transmite a través del canal de precios de fabricación, de distribución y de consumo.
Los precios de los productos que elabora la industria ocupan poca atención, cuando su evolución ha sido espectacular en el último año. El índice de precios de los bienes industriales (IPRI) así lo pone de manifiesto . En enero, el IPRI creció en tasa anual al 8.2 %. Pero viene de ofrecer guarismos mucho más altos, con tasas de crecimiento anual del 47 % en marzo.