Todas las semanas, Eli Gelfand, jefe de cardiología general en el Centro Médico Beth Israel Deaconess en Boston, pierde mucho tiempo en cartas de apelación que no quiere escribir, todas dirigidas a aseguradoras que cuestionan sus recomendaciones.
Un nuevo fármaco para un paciente con insuficiencia cardíaca. Una tomografía computarizada para un paciente con dolor en el pecho. Un nuevo fármaco para un paciente con síndrome del corazón rígido. “Estamos hablando de cartas para cosas que salvan vidas”, dice Gelfand, quien también es profesor asistente en la Escuela de Medicina de Harvard.
Entonces, cuando ChatGPT de OpenAI comenzó a aparecer en los titulares de texto generalmente coherente generado por inteligencia artificial, Gelfand vio la oportunidad de ahorrar algo de tiempo.
Le dio al bot información básica sobre un diagnóstico y los medicamentos que había recetado (omitiendo el nombre del paciente) y le pidió que escribiera una carta de apelación para una aseguradora, con referencias a artículos científicos.
ChatGPT le dio una carta viable, la primera de muchas. Y aunque las referencias a veces pueden ser incorrectas, Gelfand le dijo a Forbes que las letras requieren una “edición mínima”. De manera crucial, han reducido el tiempo que dedica a escribirlos a un minuto en promedio. Y funcionan.
Gelfand ha utilizado ChatGPT para unas 30 cartas de apelación, la mayoría de las cuales han sido aprobadas por las aseguradoras, dice.
Pero no se hace ilusiones de que ChatGPT o la IA que lo impulsa salvarán el sistema de salud de Estados Unidos, en el corto plazo.
“Básicamente está haciendo mi vida un poco más fácil y espero que los pacientes obtengan los medicamentos que necesitan a un ritmo mayor”, dice Gelfand. “Esta es una solución alternativa para un problema que en realidad no debería existir”.
Ese problema: Estados Unidos gasta más dinero en administración de atención médica que cualquier otro país.
En 2019, alrededor de una cuarta parte de los 3,8 billones de dólares gastados en atención médica se destinaron a cuestiones administrativas como las que lamenta Gelfand.
Se estima que alrededor de 265 mil millones fueron “desperdicio”: gastos innecesarios por la tecnología anticuada que sustenta el sistema de salud de los Estados Unidos, Gelfand puede usar un chatbot para generar electrónicamente una carta de apelación.
Pero tiene que enviarlo por fax a la aseguradora. Y eso resume el desafío al que se enfrentan las empresas que esperan crear herramientas administrativas de inteligencia artificial que ahorren tiempo para un sistema de atención médica estancado en la década de 1960.