Gorillaz da un viaje al ocultismo

Gorillaz es el macro-proyecto audiovisual que Damon Albarn y Jamie Hewlett fundaron cerca de por 1998. Murdoc, 2-D, Noodle y Russel, son los integrantes de la banda virtual más exitosa de todos los tiempos

 

En la hiperrealidad de Gorillaz, el disco en sí es solo la pista central de un circo que incluye videos musicales, newsletters y demás material suplementario. Si juntamos todas las piezas, descubriremos una narración épica sobre sectas, algoritmos, profecías apocalípticas y la soleada California.

“Queríamos subrayar que vivimos en una época en la que nos rodean sectas de todo tipo. Cualquier tendencia acaba generando un culto exacerbado. TikTok, por ejemplo, es una fábrica de sectas autocombustibles: puedes entrar hoy y descubrir algunas que ayer no existían. Quizá mañana se hayan disuelto”. Según Albarn

 

  • Falsos profetas

Murdoc, bajista de Gorillaz, sería el falso profeta de Cracker Island, quizá el trabajo más abiertamente ocultista de un grupo que siempre ha estado obsesionado con estos temas. Para Albarn, “la mera idea del Diablo resulta ridícula, porque es algo que el cristianismo creó para desacreditar a los otros sistemas de creencias. No es muy distinto de lo que Putin está haciendo ahora, el modo en que tacha al pueblo ucraniano de nazi. Claramente, no es verdad, pero la demonización del otro ha sido una constante en la historia de la humanidad. Por ello, el ocultismo es, para mí, un recordatorio de que siempre existen alternativas a esa verdad oficial. No te la creas”.

Todas estas reflexiones, y muchas más, están en un disco que, como es habitual, cuenta con colaboradores tan excepcionales como Bad Bunny, Tame Impala o Beck. “Cada uno de ellos aporta algo a la mitología general de Gorillaz, a este mundo imaginario que llevamos construyendo durante años. Es un mundo extraño, pero es nuestro. En esta ocasión, lo que añadimos es un disco emocionalmente muy abierto y lleno de temas que llaman la atención sobre otros temas”.

Otra constante que Cracker Island ha mantenido es su interés por explorar el modo en que las tecnologías, corrientes y sonidos de vanguardia van configurando un mosaico del presente. No obstante, Albarn se muestra abrumado por el extremo en que la novedad ha consumido nuestras vidas: “Nos ha sobrepasado por completo, ahora mismo no nos es posible seguirle el ritmo a la tecnología. Lo único que podemos hacer es intentar mantenernos en la conversación, pero no sé si eso es viable…”.

“Resulta muy difícil obligarte a estar siempre en la primera fila de todas las cosas. Yo mismo soy bastante ludita, si te digo la verdad. No soy muy bueno con la tecnología, lo cual es una fuente constante de frustración para la gente joven a mi alrededor. Soy inútil, pero les agradezco mucho la paciencia que me demuestran”. Según el músico

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