Ningún deportista ha tenido el gen competitivo tan arraigado en su ADN como Michael Jeffrey Jordan, la leyenda que revolucionó la NBA y el deporte en general, enalteciendo su afán de alcanzar la perfección, de entender que el fracaso no es la derrota sino dejar de intentarlo y de nunca permitirse ser segundo lugar en ningún aspecto, hasta en los momentos menos pensados.
El 17 de febrero de 1963 nació en Brooklyn, Nueva York, el más grande emblema del basquetbol, el tipo que comandó al Dream Team en los Juegos Olímpicos de 1992 y que jamás perdió en las Finales NBA con los Chicago Bulls, a los que guio para ganar seis campeonatos.
Alrededor suyo existen numerosas historias y anécdotas, muchas de ellas reflejadas en el documental “The Last Dance” de Netflix, pero algunas no son tan conocidas por hablar de la obsesiva necesidad de Su Majestad de estar en la cima del mundo.