Limpiar la sangre falsa no resulta tan sencillo como parece, pero varios actores han aprendido por las malas que nunca es buena idea presentarse en público con el rostro y las manos ensangrentadas porque el resto del mundo no sabe que se trata de maquillaje.
Richard Madden tomó un vuelo todavía cubierto de sangre el día después de rodar La boda roja en la serie Game of Thrones y no paraba de llorar desconsoladamente porque acababa de despedirse del personaje y los compañeros que le habían acompañado durante años, pero el resto de los pasajeros estaban aterrados. Obviamente, eso fue un grave error, porque confirmó las peores sospechas del policía, que reaccionó sacando su pistola y apuntando a la intérprete. "Nunca había estado tan aterrorizada. Le dije: 'No, no, he estado rodando una película, ¡soy actriz!'", confesó Driver en una nueva entrevista al periódico The Guardian. Por suerte, todo quedó en un susto para las dos partes involucradas.