¿Será Wolf 1069b nuestro futuro hogar en el espacio? Casi con toda probabilidad no, pero eso no quita que este exoplaneta a 31 años luz situado en la constelación de Cygnus sea un pequeño pasito más en esa dirección. Esto es lo que sabemos hasta ahora sobre él.
Wolf 1069b es un exoplaneta rocoso con una masa de entre 1 y 1,5 veces la masa de la Tierra. Además, está situado en la zona de habitabilidad de su estrella, lo que significa que en teoría podría tener el rango de temperaturas adecuado como para que haya agua líquida en su superficie. Su período orbital estimado equivale a solo 15 días terrestres.
Por supuesto, este dato ya hace sospechar que no es oro todo lo que reluce y que probablemente el planeta no tenga las condiciones necesarias para la vida. La razón de que su período orbital (el tiempo que tarda en dar una vuelta completa alrededor de su estrella) sea tan corto es porque Wolf 1069b orbita muy cerca de su sol. Si a esto añadimos la idea de que está en zona de habitabilidad ya podemos deducir una cosa, y es que su estrella, Wolf 1069, es una enana roja con un tamaño y brillo mucho menores que nuestro Sol. De hecho es una estrella particularmente pequeña y de brillo débil.
Esto de por sí ya es una mala noticia para la vida, porque las enanas rojas son estrellas propensas a sufrir todo tipo de estallidos y fulguraciones en su superficie, lo que significa que si alguna vez Wolf 1069b tuvo una atmósfera, la radiación de su estrella probablemente se haya encargado de destruirla hace tiempo. Eso por no mencionar que, estando tan cerca de su estrella, es posible que el exoplaneta sufra acoplamiento de marea. Esta sincronización entre su rotación y período orbital implicaría que una mitad del planeta siempre está mirando a su estrella (y por tanto sus temperaturas serían abrasadoras), y la otra mitad estaría siempre helada y sumida en la oscuridad. Quizá haya una zona templada intermedia entre ambas mitades, pero aún es pronto (unos 10 años pronto) para descubrir ese dato.
Hay una ligera ventana a la esperanza, y es la posibilidad de que Wolf 1069b tenga su propio campo magnético para proteger la vida en su superficie. Este dato es, por el momento una absoluta incógnita al igual que lo es si tiene atmósfera. La razón de que haya tan pocos datos sobre este exoplaneta tiene que ver con el método de detección empleado para descubrirlo. Wolf 1069b no transita por delante de su estrella desde nuestra perspectiva, por lo que era imposible verlo analizando los cambios en el brillo de su estrella por el método de tránsito, que es la manera más común de detectar exoplanetas.
Wolf 1069b ha sido descubierto mediante el método de velocidad radial, una técnica indirecta que analiza los ínfimos cambios en la velocidad radial de la estrella mediante espectroscopía Doppler. La responsable del estudio es la astrónoma Diana Kossakowski y sus colegas del Instituto de Astronomía Max Planck. Para ello han analizado los datos obtenidos mediante el observatorio Calar Alto en Almería, España.
El método de velocidad radial no permite inferir datos como la existencia o no de atmósfera que sí permiten las observaciones de tránsito, pero el descubrimiento pone de manifiesto su importancia como método alternativo para encontrar exoplanetas potencialmente habitables en torno a enanas rojas, que son las estrellas más abundantes del universo. Esa es, en realidad, la buena noticia, y seguro que los astrónomos nos traerán más de estas buenas noticias en el futuro.