La extraña escena tuvo lugar hace mucho tiempo, entre el 17 de enero y el 5 de febrero del año 1947. El lugar: Yukón, en el noroeste de Canadá. Aquel año comenzó con una ola de frío como pocas veces se vio, una donde se alcanzó la temperatura más baja de -64 C el 3 de febrero. La temperatura iba a ser clave para uno de los días más extraños en el país.
Para que nos hagamos una idea del tiempo tan gélido que hacía, hacía tanto frío que el aliento de las personas se convertía en un polvo blanco en el aire, produciendo lo que los medios reprodujeron como un “tintineo” al hacerlo. Permanecer al aire libre ese día durante más de unos minutos causaba que la piel expuesta se congelara, y la hipotermia era una posibilidad bastante clara.
Sin embargo, la mayor de las rarezas que se vieron aquel día tenía que ver con otra cosa: en la fecha señalada, el sonido comenzó a viajar de manera diferente. Para ser más exactos, la gente podía escuchar perros ladrando en el pueblo principal a más de 6 kilómetros de distancia, y el hielo que se resquebrajó en el río Blanco a unos 1,6 kilómetros de distancia sonó “agrietado y retumbó con fuerza, como disparos”.
¿La razón de estos extraños sucesos? Que el sonido no viaja de la misma manera a diferentes temperaturas. Se mueve más lento en el frío, y viaja más lejos si te encuentras cerca del suelo. ¿Por qué? Porque cuando el aire cerca del suelo es frío y el aire sobre él es cálido, el aire caliente refracta los sonidos hacia la superficie. Posteriormente, el sonido rebota entre el suelo y el aire cálido, viajando mucho más por el suelo que en temperaturas más cálidas.
Según el climatólogo principal de Environment Canada, David Phillips:
Una inversión de temperatura hizo que las ondas de sonido se doblaran hacia el suelo en lugar de escapar hacia arriba. La gente en el aeropuerto podía escuchar claramente a los perros ladrando en la ciudad y a la gente del pueblo hablando como si estuvieran cerca en lugar de a 5 kilómetros de distancia.
No solo eso. Al parecer, junto al efecto desorientador de escuchar conversaciones a kilómetros de distancia, y la niebla helada que los rodeaba y disminuía su visión, las personas en la ciudad podían ver nubes de su aliento congelado en el aire durante minutos a la vez.
Fue un día tan extraño y alucinante que si alguien se hubiera perdido tan solo tenía que susurrar para que saliera una pequeña niebla detrás de él y los equipos de búsqueda lo encontraran a kilómetros de distancia.