El capo ordenó su plagio para pedirle explicaciones sobre con quién estaba, si con él o con El Chapo Guzmán, afirma el testigo.
En su segundo día de testimonios en el juicio contra Genaro García Luna, Sergio Villarreal Barragán, alias El Grande, describió la guerra que se dio entre los cárteles De los Beltrán Leyva y De Sinaloa, y cómo instituciones del Estado mexicano también escogieron entre apoyar a un bando u otro.
Villarreal, quien fue lugarteniente de los Beltrán Leyva y es parte de los “testigos cooperantes” de la fiscalía contra el exsecretario mexicano de Seguridad, confirmó la información difundida hace tiempo, según la cual Arturo Beltrán Leyva El Barbas “mandó secuestrar” a García Luna para pedirle explicaciones sobre con quién estaba, si con él o con El Chapo Guzmán.
La luna de miel entre los Beltrán Leyva y El Chapo había quedado atrás. Arturo Beltrán culpó al líder del Cártel de Sinaloa de estar detrás de la detención de Alfredo Beltrán, y estaba enfurecido porque el cártel de El Chapo crecía sin parar, mientras su clan y el de Los Zetas sufrían un operativo tras otro.
Beltrán, según la versión de El Grande, increpó directamente a García Luna sobre a qué bando apoyaba, a lo que el funcionario mexicano habría respondido que la guerra “era problema de ellos —de los cárteles—, que él era neutral” y que seguiría “trabajando para los dos”.
Villarreal, que el lunes aseguró que García Luna recibió millones de dólares en sobornos del Cártel de Sinaloa, detalló que en esa guerra también había bandos entre las instituciones mexicanas: la Policía Federal y parte del Ejército estaban con El Chapo y con Ismael El Mayo Zambada, mientras que la Agencia Federal de Investigación (AFI), creada en el gobierno de Vicente Fox y unificada con la Policía Federal en la administración de Felipe Calderón, junto con otra parte del Ejército, estaban con los Beltrán. “Se empezaron a matar”, relató el testigo en la corte del Distrito Este de Brooklyn, Nueva York, ante el juez Brian Cogan.
Para 2008, Arturo Beltrán estaba enfurecido porque la Secretaría de Seguridad Pública, entonces a cargo de García Luna, parecía beneficiar más al grupo de El Chapo. Los decomisos eran constantes contra la facción de los Beltrán, mientras que resultaban “mínimos” contra el grupo de Guzmán. Intentó contactar a García Luna a través de Luis Cárdenas Palomino, exdirector de Seguridad Federal de la Policía Federal, pero García Luna no le contestó.
Beltrán Leyva tomó cartas en el asunto. “Lo levantaron [secuestraron] en una carretera de Morelos. Lo llevaron con Arturo”, dijo Villarreal. Luego lo devolvieron al lugar donde lo interceptaron.
Con base en lo que dijo Villarreal, García Luna comenzó a dar información a los cárteles y a recibir sobornos desde que era director de la AFI entre 2001 y 2005, y continuó cuando se convirtió en secretario de Seguridad Pública (2006-2012). Según los cálculos que hizo la defensa a partir de lo que señaló El Grande, su cliente habría recibido al menos 230 millones de dólares en sobornos en nueve años.
Villarreal contó que, ya como secretario de Seguridad, García Luna dio al cártel el informe de que iba a realizar una redada policial con motivo de la boda de Édgar Valdez Villarreal, alias La Barbie, en Acapulco.
“La fiesta se hizo, pero nadie fue. Ni siquiera el novio. El gobierno llegó [agentes], pero no había nada”, contó.
Aseguró que García Luna les había proporcionado un contacto para comprar equipos para interceptar llamadas e inhibidores de señal. Afirmó además que el gran golpe que se anunció contra el narcotráfico en 2007, cuando se confiscaron 23 toneladas de cocaína, no fue tal, pues tras recibir el pitazo el Cártel de Sinaloa cambió la cocaína real por falsa, en una muestra más de la alianza entre las autoridades con los capos.