La cuesta de Enero comenzó a hacer estragos en los delincuentes quienes la madrugada de ayer se mantuvieron muy activos “trabajando”, donde destacó el robo de una traila y un puesto de tacos, por lo que se presume que se trató de los mismos delincuentes los que perpetraron esos dos singulares atracos.
De hecho, desde la noche del domingo habían comenzado los robos de vehículos, cuando en el estacionamiento de un Centro Comercial fue hurtada una camioneta, mientras que también se reportó el robo de un motor completo de vehículo.
Por su parte, en redes sociales trascendió que alrededor de las 01:00 horas del lunes, un puesto de tacos fue hurtado sobre la Avenida Leandro Valle, enseguida de “Elotes Chalío”, en la colonia del mismo nombre Leandro Valle.
Fue Martha Suárez quien publicó el robo de su puesto de comida de alrededor de 2 metros de largo, fabricado en acero galvanizado y con repisas amarillas, quien pidió la ayuda de la ciudadanía para recuperarlos, ante los nulos resultados de las autoridades.
Posteriormente, alrededor de las 07:50 horas, tres sujetos que viajaban en una camioneta Nissan Estaquitas con redilas de acero y escaleras en su caja, hurtaron una traila estacionada en calles de la Zona Centro de Frontera, por lo que se presume que estos mismos individuos serían los ladrones del puesto de comida, ya que contaban con el vehículo con “bola” para el arrastre.
Afortunadamente, estos hechos fueron grabados por una cámara de seguridad, por lo que las autoridades ministeriales, ya la tienen “facilita” para la captura de los delincuentes.
Finalmente, el propietario de un vehículo Chevy Pop color rojo modelo 2004 con placas FJT2683, reportó que su vehículo fue hurtado en el exterior de su hogar, donde lo mantenía estacionado.
Los robos perpetrados durante esta madrugada tienen un sello singular en el caso del puesto de tacos, la traila y un motor completo, pues demuestran la total impunidad con que se mueven los delincuentes, quienes no son “vistos” por la Policía, la cual asegura que mantiene constantes rondines de vigilancia en los sectores, mientras que en sus propias narices, desaparecen cosas tan grandes como para no ser detectadas.