Víctor Gordoa, especialista en imagen, sugiere al rapero trabajar emocionalmente frente a eventos de crisis.
Bad Bunny cerró 2022 siendo el artista con el tour musical más importante, y el primer artista latino en ser nominado a los premios Grammy, colocándose además como uno de los artistas más reproducidos del año en plataformas musicales.
Irónicamente, no empezó como dice uno de sus más reconocidos temas, “Yonaguni”, “el 2023 bien cabrón”, sino todo lo contrario: fue expuesto en un video, lanzando el teléfono celular de una fanática que buscaba una fotografía con él.
El hecho se viralizó y rápidamente tuvo repercusiones, principalmente en sus reproducciones, donde su tema “Tití me preguntó” del álbum Un verano sin ti cayó 25 posiciones en el ranking de reproducciones mundiales de la plataforma Spotify. Víctor Gordoa, director general del Colegio de Imagen pública, definió la acción como algo que en el terreno de la imagen se conoce como “infamia”. “Con este hecho provocó que la gente comenzara a hablar de él no por cosas positivas, ni por su trabajo, sino por todo lo contrario, algo ajeno a su labor artística”, explicó Gordoa en entrevista. Lo cual no sólo afecta la imagen, describe el especialista, “de muerte reputacional”, sino que deja una pequeña mancha en su carrera que, hasta el momento, no había tenido sobresaltos. “Un artista se debe a sus fans, son quienes les dan de comer a través de seguirlos, comprar sus entradas, stremear sus canciones, consumir todo el producto. Al generar una falta de respeto a algún fan es tanto como insultar a todos”, señaló. Según explicó el director de imagen pública, si bien existe una justificación a nivel humano, pues a nadie le gusta que se invada su privacidad, Bad Bunny debió reaccionar de una mejor manera, en el momento de la invasión a su espacio.