El término "ghosting" se utiliza para hacer referencia a cuando una persona importante para nosotros desaparece como un "fantasma", sin dar explicaciones.
- Bastante frecuente en parejas:
Esta práctica puede darse en diferentes tipos de relaciones sociales, no obstante, es bastante frecuente en parejas, donde el vínculo suele ser más intenso.
Existe un patrón de personalidad evitativa, que tiende a huir cuando se generan situaciones incómodas, en vez de comunicar lo que siente o piensa para dar solución a la situación de alguna forma.
- Personas inmaduras emocionalmente:
De esta manera, nos encontramos con personas inmaduras emocionalmente, que en vez de comunicar que algo no les hace sentir bien o poner fin a una relación argumentando sus pensamientos, deciden la solución más ‘’fácil’’ o rápida para ellos en ese momento, que es huir o desaparecer sin dar señales de vida.
- Ansiedad, desconfianza, baja autoestima:
Esto, evidentemente, puede generar importantes consecuencias en quien lo sufre, como la duda permanente, atribuirse a uno mismo la responsabilidad de lo ocurrido, ansiedad, desconfianza hacia los demás o problemas de autoestima, ya que una persona que nos importa desaparece de repente, sin dejar rastro y los seres humanos no toleramos bien la incertidumbre, necesitamos saber qué ha pasado y por qué, para reducir nuestro malestar.
Consejos para recuperarse si se ha sufrido ‘’ghosting’’:
- Tomar conciencia de que la persona que nos importa ya no está:
No podemos controlar la decisión del otro, las personas vienen y se van de nuestras vidas, a veces de forma conciliadora y otras, aunque no es apropiado, de una manera que nos puede dañar.
- Intentar ordenar nuestras ideas y crear un relato de lo sucedido:
Esto facilita que podamos incorporar nuestra vivencia a nuestra historia de vida, como algo que simplemente ha sucedido y que cada vez nos va a generar menos dolor.
- Abrirnos con las personas en las que confiamos y permitirnos hablar de ello:
La ventilación emocional ayuda a compartir y a expresar nuestras emociones y obtener afecto por parte de nuestros seres queridos. Esto actúa como atenuante de nuestro malestar.
- No castigarnos ni culparnos:
No somos los responsables de que otra persona desaparezca sin tener la madurez o la capacidad de darnos un argumento ni de despedirse. Cada persona es responsable de sus actos, no de la actuación del otro.
- Permitirnos sentir enfado o tristeza como parte del proceso del duelo:
Al fin y al cabo es una pérdida de alguien que nos importa. Ser amables con nosotros mismos y no criticarnos en momentos de vulnerabilidad nos ayuda a relacionarnos con nosotros mismos desde el cariño y no desde la crítica destructiva.
- Tolerar la incertidumbre:
Comprendiendo que, aunque la situación no es agradable, no siempre podemos tener una respuesta al por qué de la actuación de los demás. Sería mucho más fácil transitar una pérdida teniendo el por qué, pero cuando no lo tenemos, es responsabilidad nuestra elaborarlo si queremos salir adelante.
- Cuidar de nosotros mismos:
Si la otra persona no nos ha tratado bien con este comportamiento, lo peor que podríamos hacer es hacer nosotros lo propio. Tenemos que cuidar de nosotros mismos como si fuéramos nuestro mejor amigo, permitiéndonos sentir las distintas emociones, haciendo aquello que nos gusta y nos nutre y compartiendo tiempo con las nuestras personas de confianza.
En caso de que sintamos que no tenemos herramientas para salir adelante y que nuestras emociones se enquistan, convirtiéndose en rabia, ira, pensamientos recurrentes y malestar general, conviene contactar con un profesional.