¿Se Puede hacer ejercicio si se tiene gripe o un resfriado?

La regla general es que si los síntomas son leves y se sitúan por encima del cuello es posible realizar actividad física moderada, pero no siempre se puede aplicar en todos los casos

Aunque es algo que se debería individualizar según la intensidad de los síntomas y el efecto sobre el estado de salud, los expertos apuntan que no es necesario interrumpir la actividad física si una persona tiene signos leves de resfriado o constipado como estornudos, congestión, goteo o taponamiento nasal. Sin embargo, como matiza la Dra. Nuria, médico de familiar, sí que debería suspender el ejercicio en caso de fiebre, dolor de pecho, falta de aire, tos intensa, ruidos al respirar o dolor muscular generalizado.

 

Así, como norma general ante esta situación la doctora recomienda seguir la “regla del cuello”, popularizada por el investigador David Nieman, que hace referencia precisamente a que resulta posible realizar ejercicio físico moderado si se padecen síntomas por encima del cuello, como la citada congestión nasal, mucosidad o taponamiento, mientras que si estos se dan por debajo del cuello es preferible guardar reposo y hacer una reincorporación progresiva a la actividad física.

 

Sin embargo, la Dra. Sari, especialista en Medicina Interna, apunta que en realidad esta regla no es válida para ciertos casos. Por ejemplo, una faringoamigdalitis con fiebre de 38,5ºC podría considerarse como algo que sucede “de cuello para arriba”, pero si se sufre, no es adecuado practicar deportes intensos. Lo mismo sucede con una sinusitis con afectación extensa de múltiples senos o con una tos intensa, falta de aire, o fiebre, pues son casos en los que se aconseja un reposo al menos relativo.

 

A pesar de los matices, tanto la Dra. Nuria como la Dra. Sari coinciden en asegurar que la práctica de ejercicio contribuye siempre no solo al buen estado del organismo, sino que también ayudar a fortalecer el sistema inmunitario, lo que hará que el cuerpo pueda trabajar mejor contra las infecciones. Además, como detalla Arponen, reduce la inflamación crónica de bajo grado, ayuda a tener una microbiota equilibrada, disminuye el estrés oxidativo y mejora la fabricación de las sustancias antiinflamatorias, así como la respuesta a las vacunas y la capacidad de defensa antiinfecciosa. Y, por si fuera poco, según destaca, retrasa la inmunosenescencia, es decir, el envejecimiento del sistema inmunitario.

 

Por su parte las Doctoras recuerda que diversos estudios científicos han demostrado que el ejercicio físico produce una vasoconstricción de los vasos sanguíneos nasales, lo que contribuye a disminuir la producción de moco y a mejorar la respiración. Aunque también apunta que el taponamiento nasal propio de los cuadros catarrales puede hacer que la respiración sea peor y llegue menos oxígenos a las células, lo que puede contribuir a reducir el rendimiento y a aumentar el cansancio.

 

En cuanto al sudor, aunque la creencia popular es que secretamos “toxinas” a través de él, aseguran que no existe una evidencia clara de que esto ocurra.

Por otro lado, el sudor durante el ejercicio conlleva una reducción de la temperatura corporal. “Quizá pensemos que puede ser beneficioso si tenemos fiebre, pero no es así, pues el cuerpo usa la fiebre como mecanismo de lucha contra la infección y necesita energía para producir ese aumento de temperatura. Además, la fiebre provoca deshidratación, al igual que el sudor, lo que puede empeorar el cuadro clínico dando lugar a mareos o incluso a la pérdida de conocimiento”, revelan.

 

  • Menor intensidad y duración

Si se decide hacer ejercicio con síntomas de resfriado se debe reducir la intensidad y la duración de la práctica. Caminar, entrenar con la bicicleta a un ritmo suave, usar la cinta o la elíptica, nadar, hacer yoga, Pilates o gimnasia suave pueden ser actividades más adecuadas que las que demanden una mayor exigencia física (correr, ciclismo de largas distancias, actividades intensas en el gimnasio) así como deportes colectivos como el fútbol o el baloncesto, según recomiendan

En cuanto al lugar de la práctica, no se debe acudir al gimnasio si uno tiene catarro o gripe, pues eso puede contribuir a contagiar a otras personas: “No es responsable dispersar nuestros virus cuando estamos con una infección sintomática”, Lo que sí que se puede hacer en esos casos es realizar las actividades citadas al aire libre o en casa.

Durante los días de frío el mejor momento para entrenar es al mediodía, cuando hay más luz natural y se ganan algunos grados de temperatura. También se debe cuidar la indumentaria. “Lo ideal es llevar ropa técnica adaptada a las bajas temperaturas. Si abusas de la ropa de abrigo o no llevas la adecuada provocarás una sudoración extra, lo que hará que se enfríen más las partes húmedas y el cuerpo deba hacer un sobresfuerzo para no perder temperatura”, cuenta el entrenador Pedro Bianco. Además, hay tres zonas del cuerpo que no deben desabrigarse en el caso de frío extremo: la cabeza, las manos y los pies.

 

  • Buenos hábitos como aliados

Para evitar un desequilibrio del sistema inmunitario y que eso aumente las posibilidades de coger un resfriado las Doctoras aconsejan, por un lado llevar una alimentación a base de comida real, siguiendo como base una dieta pesco-mediterránea o atlántica, comer entre dos y tres veces al día llevando a cabo un ayuno nocturno adecuado (mínimo de 12 horas), realizar ejercicio físico a ser posible en un entorno natural, controlar el estrés crónico, evitar el abuso de dispositivos digitales y garantizarse un adecuado descanso nocturno.

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