El Wolverhampton no pudo evitar su cuarta derrota seguida en casa.
A un cuarto de hora del final y en una de las escasas ocasiones que tuvo el partido, Marcus Rashford desequilibró el duelo del Molineux Stadium para prolongar la buena línea del Manchester United y frenar al Wolverhampton, en claro ascenso desde la llegada a su banquillo del español Julen Lopetegui pero frenado por la inspiración del meta español David De Gea.
Raúl Jiménez entró al campo de juego al minuto 80 y no pudo modificar el resultado del encuentro.
Ya está en zona de Liga de Campeones el conjunto de Erik Ten Hag, citado con el Barcelona en la Liga Europa mientras los 'wolves' fueron incapaces de despedir el 2022 fuera de la zona de descenso. Sigue antepenúltimo el cuadro de Lopetegui que había iniciado su aventura inglesa con buen pie. Con la clasificación en la Copa de la Liga después de superar al Gillingham y con el reencuentro con la victoria en la Premier al vencer al Everton en la pasada sesión.
Pero la cita ante los 'diablos rojos' era otra cuestión mayor. No perdió nunca la cara al partido el Wolverhampton que tuvo sometido a su rival durante varios minutos. Es verdad que sus disparos entre los tres palos escasearon, pero con un ritmo alto y una coordinada presión tuvo arrinconado a los visitantes bastantes minutos.
De hecho, tuvo que aparecer David De Gea para evitar que el equipo de Lopetegui tomara ventaja en el partido. Fue ya en la segunda parte después de un período de tanteo, de intercambio de golpes intrascendentes. Fue en un golpe franco ejecutado de maravilla por Ruben Neves. Iba a gol. Por la escuadra. Pero la estirada impecable del meta español apartó la pelota de la puerta. Era la hora de juego.
Un cuarto de hora después llegó el gol que lo cambió todo. En una pared de Rashford con Bruno Fernandes. El internacional inglés, en uno de los mejores momentos de su carrera, culminó con acierto. Su tiro superó a Jose Sa.
El Wolverhampton no pudo evitar su cuarta derrota seguida en casa. Se lanzó a por el empate pero sin orden. Fue ahí donde Casemiro se hizo fuerte. Gobernó el centro del campo y frenó cada intento local de progresar. Tuvo el empate en el añadido en un cabezazo de Raúl Jiménez que volvió a convertir en salvador a De Gea.