Durante 2022, el estado de Nuevo León enfrentó la peor crisis hídrica de los últimos 30 años lo que puso en entredicho la administración del vital líquido, el crecimiento desordenado de su metrópoli e incluso llevó al gobierno federal a plantear la suspensión de producción de cerveza en la región.
Ante el bajo almacenamiento de dos de sus tres presas: La Boca y Cerro Prieto, que abastecen a la zona metropolitana, el gobierno estatal se vio en la necesidad de implementar cortes programados para racionalizar la escasa agua con la que contaban sus embalses. Aunque la escasez del agua está relacionada con las bajas precipitaciones en la región y temperaturas cada vez más altas a causa del cambio climático, la situación también tiene que ver con el crecimiento de la población que se disparó de 3.5 millones de habitantes en 1995 a 5.7 millones al corte de 2020, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).