La producción de pavo en México de 2021 fue similar a la de 2020, pero 36.5 por ciento debajo de la de 2019, año en el que se contaron aproximadamente un millón 477 mil aves, de acuerdo con la Unión Nacional de Avicultores
El huexolotl, mejor conocido como guajolote o pavo, que numerosas familias consumen en temporada navideña, es el primer animal doméstico de México y es considerado patrimonio cultural, afirmó el académico del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, Raúl Valadez Azúa.
El salto al resto del mundo, relató Valadez, se dio a partir de la llegada de los españoles, que de inmediato se interesaron por esta forma de ave la cual era distinta a los patos, gallinas o faisanes que se conocían, pero que cubría sus necesidades alimentarias: era una buena fuente de carne, y como su sabor no es dominante, era perfecta para utilizarse en cualquier platillo.
Luego del establecimiento de los conquistadores en territorio mexicano, fue cuestión de 10 o 20 años para que los guajolotes llegaran a las cortes europeas, a España, Italia, Inglaterra y, sobre todo, Francia.
"Se trata de un regalo de nuestra nación para el mundo porque se produce y consume en los cinco continentes. ¡Todo guajolote (Meleagris gallopavo) que existe es descendiente de los que se criaban en el centro del país! hace tres mil años. Aunque fueron importantes en tiempos antiguos, falta darlo a conocer como lo que es: un animal profundamente ligado a nuestra cultura", dijo.
Según la Unión Nacional de Avicultores, la producción de pavo en México de 2021 fue similar a la de 2020, pero 36.5 por ciento debajo de la de 2019, cuando fue de aproximadamente un millón 477 mil aves.
En un comunicado, el académico explica que los restos más antiguos de guajolotes domésticos perfectamente reconocidos como tales, refirió el experto, están, en su mayoría, en la cuenca de México y datan de hace aproximadamente tres mil 200 años. “Desde ese momento, las comunidades humanas de esta región ya disponían de esta opción de carne”.
Su uso principal fue como alimento; también se utilizaban los huesos y plumas como materia prima para la elaboración de herramientas, objetos diversos y adornos. Con el tiempo, junto con el aspecto material, se crearon esquemas rituales, sobre todo asociados al agradecimiento a los dioses.
“En muchas prácticas de tiempos prehispánicos el sacrificio de esos animales se hacía con un sentido simbólico, equivalente al sacrificio de personas”, comentó.
Valadez Azúa aclaró que el guajolote no habitó todo el territorio nacional actual. Se trata de un animal relativamente frágil, con una mortandad de crías bastante alta, por lo que requiere cuidado para sobrevivir las primeras semanas; tampoco son tan resistentes a enfermedades y las circunstancias del ambiente.
Restos de ejemplares muy antiguos, de dos mil a tres mil años, se han encontrado, sobre todo, en el centro de México; en un caso, en Oaxtepec, Morelos; algunos en los valles centrales de Oaxaca, en Monte Albán, y hasta en un lugar en Guatemala, El Mirador, donde se halló media docena de restos y donde parecería que más bien se trató de un regalo entre comerciantes o gobernantes.
En tanto, a la península de Yucatán llegaron hace aproximadamente mil años, cuando se dio el arribo de los toltecas a este territorio y, junto con ellos, pies de cría de esta ave y el conocimiento tradicional sobre su manejo, crianza y uso. Así se explica que una parte de la cocina tradicional yucateca emplee a esos animales como fuente esencial de carne.
Las crónicas indican que Francisco I de Francia lo comía con especial gusto; a Enrique VIII (1521) se le preparaba asado y en la boda de Carlos IX de Francia (1570) fue parte de los platillos que se cocinaron para la recepción. La reina Margarita de Navarra formó, en esa época, una granja de guajolotes en la ciudad de Alercón, por lo que no sorprende que en una cena en honor a Catalina de Medicis se sirvieran 66 guajolotes, o que en 1549 el Papa León X recibiera como regalo varios ejemplares vivos. A diferencia de otros animales mesoamericanos, este “mexicano genuino” fue rápidamente aceptado y llevado por todas partes.
El académico dijo que un dato peculiar es el origen de su nombre en inglés: “turkey”. Esto tuvo lugar en Inglaterra y fue producto de la lógica pregunta “¿De dónde vienen estas aves?”, con la inevitable respuesta: “¡Por supuesto de Oriente!” y la obligada interpretación: Oriente igual a Turquía, llevó al término “turkey'', qué significaría “el turco”.