El presidente ruso, Vladimir Putin, llegó este lunes a Bielorrusia para reunirse con su homólogo Alexander Lukashenko, un estrecho aliado en la guerra contra Ucrania, unas horas después de un ataque con drones contra Kiev que dejó cortes de energía.
La televisión pública rusa mostró a Putin bajarse del avión antes de recibir un caluroso saludo de Lukasenko y de un comité de bienvenida en la pista del aeropuerto de Minsk, bajo temperaturas glaciales.
La cumbre entre ambos líderes se produce en un momento en el que las autoridades ucranianas temen que Rusia lance una nueva ofensiva a gran escala contra Kiev en los primeros meses de 2023.
Ucrania teme que una operación de este tipo use como plataforma de entrada Bielorrusia, como ocurrió al inicio de la invasión el 24 de febrero.
El ejército ruso atizó los temores afirmando el lunes que participaría en acciones "tácticas" en Bielorrusia, después de que en octubre Minsk anunció la formación de una fuerza conjunta con Rusia conformada por miles de soldados.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, desmintió que el presidente ruso viajara a Bielorrusia para convencer a Minsk de involucrarse directamente en el conflicto en Ucrania, calificando estas acusaciones como "estúpidas" y "sin fundamentos".
Ataques contra Kiev
En la noche del domingo la capital ucraniana, Kiev, sufrió una serie de ataques con drones rusos.
"Durante la alerta aérea, se registraron 23 VANT [vehículo aéreo no tripulado] enemigos en el cielo de la capital. La defensa aérea destruyó 18 drones", declaró la administración militar de la Kiev en las redes sociales.
Las autoridades locales informaron que varias "infraestructuras y casas" fueron dañadas y que al menos tres personas resultaron heridas.
Tras los ataques, el operador ucraniano de energía Ukrenergo informó que va a imponer cortes en Kiev y en otras diez regiones frente a la situación "difícil" que enfrenta la red.
Por su parte, Moscú informó que derribó cuatro misiles de fabricación estadounidense HARM que sobrevolaban el espacio aéreo de la región rusa de Belgorod.
Además, Rusia anunció que varios de sus buques de guerra participarán a partir de esta semana en unos ejercicios conjuntos con la Marina china, una muestra más de acercamiento entre Moscú y Pekín frente a los países occidentales.
"Sin agua ni electricidad"
"Primero escuché una sirena de alerta antiárea sonar en la calle. Por primera vez sentí miedo", contó a la AFP Natalia Dobrovolska, de 68 años, que reside en un barrio del oeste de Kiev.
Su edificio fue sacudido hacia las 04:30 por una fuerte explosión, seguida de otras dos detonaciones y de más estallidos una hora después. Desde entonces la electricidad está cortada.
Igor, un fotógrafo de 35 años que vive en el noroeste de Kiev, también se despertó sobresaltado.
Desde que Rusia sufrió una serie de reveses militares en los últimos meses, optó por una estrategia de bombardear de manera masiva las centrales e infraestructuras eléctricas del país, dejando a millones de ucranianos sin luz ni agua en pleno invierno boreal.
Francia y la Unión Europea (UE) han dicho que los ataques rusos contra la infraestructura civil constituyen crímenes de guerra, y el jefe de la diplomacia de la UE los calificó como "bárbaros".
El Ministerio de Defensa ruso asegura que sus ataques buscan apuntar a las fuerzas armadas ucranianas e instalaciones energéticas, así como interrumpir "la transferencia de armas y municiones de fabricación extranjera".
En este escenario el primer ministro británico, Rishi Sunak, anunció el lunes que su país va a mantener en 2023 la partida de ayuda militar para Ucrania.
El desplazamiento de Putin es su primer viaje a Bielorrusia en tres años y se produce en un momento en el que el ejército ucraniano vigila la frontera con este país ante los temores de un nuevo ataque por este frente.
Durante su alocución diaria, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski insistió en que "la protección de la frontera con Rusia y Bielorrusia" es una "prioridad constante". "Nos preparamos para todos los escenarios posibles", señaló.