El féretro del gobernador morenista recorrió calles y avenidas para llegar a Casa Aguayo
Los mariachis tocaron para despedir al jefe máximo del morenismo en Puebla y el pueblo sabio y bueno lo arropó en su último homenaje del día.
En la llamada Casa Aguayo, es decir la Casa de Gobierno, recientemente abierta para desmitificar el lugar, los restos del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta fueron despedidos nada más y nada menos que por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Frente al símbolo del poder del gobernador en turno, en el mítico Mercado del Alto, en uno de los barrios viejos de la ciudad de Puebla y donde los mariachis esperan las serenatas, Barbosa fue recibido con música.
La tonada del Rey suena con intensidad melancólica y el edificio público se llena de coronas de flores de todos los políticos, instituciones, organismos, alcaldes, municipios.
Yo sé bien que estoy afuera
Pero el día que yo me muera
Sé que tendrás que llorar
Llorar y llorar, llorar y llorar
El féretro del gobernador morenista recorrió calles y avenidas para llegar a Casa Aguayo, su centro de operaciones político y social y aquí las notas trataron de mitigar el dolor de la familia de Barbosa, su esposa María del Rosario Orozco Cabello y sus hijos, consternados.
Ahí, parados resistiendo el sol y el dolor, los deudos del mandatario escucharon las canciones, como agradecimiento de los comerciantes del mercado, dignificado por el barbosismo.
¿A donde irá
Veloz y fatigada
La golondrina
Que de aquí se va?
Por si en el viento
Se hallara extraviada
Buscando abrigo
Y no lo encontrará
Las Golondrinas sonaron también, unos minutos antes que la clase política despidiera al eterno hombre de izquierda, al que muy -dicen sus seguidores- a su modo y estilo trató de recomponer una Puebla de privilegios y de grupos empoderados.
Mientras en el interior los discursos oficiales elogiaban la trayectoria del político fallecido y su esposa recordaba que había luchado contra un poder obscuro, afuera el pueblo hacía fila para poder ingresar y despedirse de su gobernador.
Y cuando los políticos se fueron, Casa Aguayo abrió sus puertas de par en par y los poblanos entraron con fotos y flores, en un paseo lento ante el féretro.
Hombres y mujeres de todas las edades se persignaban, miraban aquellos restos del hombre que quiso gobernar para y por el pueblo, con los postulados de la 4T.