Los bits son un elemento fundamental porque permiten darle profundidad y calidad al audio.
Comprar audífonos va mucho más allá de elegir el tamaño o la comodidad de sus auriculares, es fundamental saber la calidad con la que cuentan y que eso sirva como punto de comparación para tomar la mejor elección. Los bits hacen parte de esos elementos, porque esta unidad de medida dará información sobre la profundidad que tendrá el audio y la eliminación de ruido, ya que el archivo tiene mayor información tomada del sonido original y puede que el dispositivo tenga la capacidad de reproducirlo.
¿Qué son los bits? Para tener una buena calidad de audio se necesitan dos aspectos. En primer lugar, la frecuencia de muestreo, que no es más que la cantidad de muestras de audio que se graban o captan en un segundo. Además está la profundidad de los bits, que quieren decir la amplitud de la onda sonora, por lo que a mayor profundidad habrá un número más alto de divisiones dando más precisión del sonido y menos ruido en la grabación que escucharemos.
¿Cómo aprovecharlo? Con estos conceptos claros, es momento de pasar a la práctica, porque hasta ahora todo está relacionado a los productores y artistas. Pero los consumidores pueden disfrutar de los 24 bits con tecnologías más recientes, aunque no cualquier dispositivo está preparado para reproducirla. Para esto hay dispositivos de audio complejos que cuentan con un DAC (Convertidor digital analógico) que pasa la señal digital a analógica, pero son sistemas especializados y que requieren de parlantes adicionales que estén preparados para hacerlo. Sin embargo, hay algunos audífonos que cuentan con esta tecnología y que se encuentran en el mercado sin necesidad de un aparato adicional para reproducir música bajo ese formato.
Música alta. Un nuevo estudio advierte que más de 1.000 millones de adolescentes y jóvenes corren el riesgo de perder la audición debido al uso de auriculares de diadema o inalámbricos e incluso por asistir a lugares con música alta. La pérdida de audición puede deberse a causas genéticas, complicaciones en el parto, ciertas enfermedades infecciosas, otitis crónicas, exposición a sonidos fuertes, uso de medicamentos ototóxicos y envejecimiento. Sin embargo, muchas de estas causas se pueden evitar mediante estrategias de salud pública e intervenciones clínicas que se realicen a lo largo del curso de la vida.