Cerca de 500 personas de Donají y unas cien más del poblado Tolosita, llegaron al albergue
Juchitán, Oax. – Ante el “fuerte olor que no se soportaba”, doña Valentina Rojas Jiménez tomó la decisión de abandonar su vivienda y sus “animalitos” y a las siete de la mañana del sábado, al lado de su madre, una hermana y tres hijos, hallaron un taxi que las trasladó a Palomares, en el Istmo de Tehuantepec.
Con el dolor en el alma, por primera vez en toda su vida dejaron la vivienda en la comunidad de Donají y se refugiaron en casa de unos amigos en la población de Palomares, para huir del peligro que representaba la fuga de amoniaco de un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Al igual que doña Valentina, en total cerca de 500 personas de Donají y unas cien más del poblado Tolosita, llegaron al albergue que las autoridades de Palomares habilitaron en el salón de usos múltiples, donde recibieron café, panes, cobijas y frijoles.
La mayoría de la población damnificada abandonó sus viviendas sin nada más que la ropa puesta y las mujeres cargaron en pequeñas bolsas del mandado, algo de dinero y sus medicamentos. Lo esencial. Atrás dejaron todo ante el miedo a la muerte.
Aquí hacen falta muchas cosas, pañales para bebés, medicinas para las personas de la tercera, calzoncitos para las niñas, ropa para las mujeres, explica doña Griseyda Cruz Antonio, voluntaria de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni).
Desde la mañana del sábado, doña Griseyda, quien vive en Palomares, no lo pensó dos veces frente a la tragedia y abrió las puertas de su vivienda donde sigue ofreciendo las tres comidas a 25 personas de Donají, entre ellas a unos siete menores de edad y les dio cobijas.
Ayer, comentó, “se les ayudó con un caldito de pollo y de res en la hora de la comida, café, bolillos y frijoles por la noche y hoy en la mañana con huevitos con jamón”. Las familias solo llegan por sus alimentos y desde que llegaron se acomodaron con otras personas para dormir.
También don Raúl Martínez, del Frente Alternativo en Movimiento, se sumó con sus compañeros a conseguir alimentos, medicinas y alguna ropita para los menores de edad. La gente salió de sus casas sin nada, repitieron.
Por la mañana de hoy, en el albergue habilitado por el agente de Palomares, Julio Hernández, en el salón de usos múltiples, donde se refugiaron desde anoche unas 600 personas, llegó una brigada médica de la empresa petrolera.
“No sabemos cuándo volveremos a nuestra casa, PEMEX no dice nada. Lo que nos da gusto es que un cuñado que fue temprano a Donají, nos dijo que nuestros animalitos, las gallinas, puercos y nuestro perrito Pinto están bien gracias a Dios”, señaló doña Valentina.